Aquí y aquí pueden disfrutarse dos fragmentos de un documental que, aunque incompleto, puede servir a los profanos para hacerse una idea del potencial de Porfirio Rubirosa, Rubi, el célebre dominicano ídolo de reprimidos que dio origen al más noble oficio que aspirarse pueda: el de playboy.
Nacido en 1909 en la villa de San Francisco de Macorís, Porfirio vivió gran parte de su infancia y primera juventud en París, lugar de destino de su padre, diplomático. Acomodado a principios de los años treinta en los círculos de poder de su país a raíz de su breve matrimonio con Flor de Oro, la hija del dictador Trujillo, pronto sus modales y savoir faire lo catapultaron a lo más selecto de la jet set internacional, coto en que conquistó a damas tan heterogéneas como Barbara Hutton, Doris Duke, Zsa Zsa Gabor, Marilyn Monroe o Rita Hayworth. Con las más ricas se casó, con las otras, sólo se divirtió.
En compañía de otros connaisseurs como Gianni Agnelli o José Luis de Vilallonga, el huracanado Porfirio vivió su época dorada en el París de los cincuenta, saltando de boîte en boîte y de cama en cama. Siempre dijo que su tiempo era demasiado precioso como para perderlo trabajando. A fe que lo cumplió.
La decadencia, tránsito reservado a los verdaderamente grandes -unicamente puede caer quien ha estado en lo alto-, sorprendió a Rubirosa en la década siguiente. Poco a poco, las fiestas fueron espaciándose; las aventuras, conteniéndose. Aterido ante su propio proceso de envejecimiento, acabó sus días una madrugada de 1965 estrellando su Ferrari descapotable contra un árbol del Bois de Boulogne. Las causas dieron pie a la especulación, y la especulación, al mito. Para la historia queda.
Rubi nunca fue ni alto ni guapo, cualidades, en su gremio, sólo necesarias para los mediocres. Su secreto residía en una galanura fuera de lo común, además de una máxima inquebrantable: para seducir millonarias, no hace falta ser rico, basta con aparentarlo.
Es posible, sin embargo, que la razón definitiva de su éxito fuera otra: aquélla que Truman Capote, admirado, definió como una macana café con leche de once pulgadas, tan gruesa como la muñeca de un hombre.
Las cosas como son.
*Gracias a mi compadre Jose por los vídeos al principio mencionados y la fe de erratas.
Vaya, pues yo pensaba que era español. Eso de no perder el tiempo trabajando es muy español.
Ningún español tiene tanta clase, querida.
No es por ser tocapelotas, pero la cita creo que la hizo Truman Capote y aparece en su obra "Plegarias Atendidas" (Answered Prayers). Lo digo porque es ligeramente diferente y tiene aún más gracia:
"El principal atributo de Rubi es una macana café con leche de 11 pulgadas, tan gruesa como la muñeca de un hombre"
Compadre
Tienes toda la razón. Corregido queda.