Cool cars (4): Lamborghini Urraco

Posted by : Le poinçonneur | 31 ene 2012 | Published in

MEG

Posted by : Le poinçonneur | 30 ene 2012 | Published in

Poinçoentrevista 2012: las respuestas*

Posted by : Le poinçonneur | 29 ene 2012 | Published in



1. ¿Qué tipo de chats, redes sociales y círculos frecuentas para ser receptor de intimidades como las que insinúas?

Durante mi época americana frecuentaba a diario el canal de cine de Inforchat, el chat de Ya.com -al menos, en aquel entonces-. Actualmente no participo en ningún chat público, sólo converso con mis contactos de Facebook. Los desconocidos puros y duros me interesan menos que mis próximos, a quienes sé por dónde entrar -o al menos, lo intento-.

En general, y como tú mismo has podido comprobar, soy más de responder que de preguntar, tanto por pudor como por puro exhibicionismo.

2. ¿Quién sería tu mujer perfecta?

Dejando de lado la mía, y mejorando lo presente, aquélla que me excite a nivel físico y emocional. Laetitia Casta se llevaría muchos números.

3. ¿Cómo imaginas hubiese sido tu vida de seguir soltero o no haber conocido a tu esposa?

Hace muchos años que dejé de imaginar como seria alternativa pasados o presentes paralelos: con estos bueyes hay que arar. No soy capaz de decírtelo, pero, sin duda, mi devenir sería mucho, muchísimo peor. Ella me cuida y me balsamiza.

4. ¿Rutinas etílicas y tipo de elixires preferidos?

Los viernes por la noche nos ponemos el Sálvame -mero parche, nosotros éramos más de DEC-, nos pedimos un par de pizzas y abrimos un vino, a poder ser medio decente. El tinto no me sienta bien últimamente, soy más de blanco. Y a nivel de destilados, Beefeater con Nordic y Absolut con limón o naranja, según el día. Y de vez en cuando un orujito de hierbas, aunque es tan difícil dar con uno bueno que casi he dejado el hábito.

5. ¿Recuerdos, positivos y negativos, de tu estancia en los States?

Hubo cosas dolorosas que prefiero obviar, pero, en general, lo peor fue la sensación de aislamiento y vulnerabilidad en un país que, en primera persona, es muy duro de habitar. Lo positivo fue la sensación de tener 5.000 km de costa a costa por explorar, unas condiciones naturales estupendas -tenía ardillas en la puerta de mi apartamento- y la sensación de ser, por primera vez, autónomo junto a mi esposa, entonces novia. Nuestro apartamento alquilado era humilde y de calidad discutible -cualquiera que conozca al estadounidense medio sabe que el refinamiento no va con él-, pero, de mis tres casas, ha sido la que más he sentido como propia. La echo de menos muy a menudo.

6. ¿De dónde te viene tu afición por Raphael? ¿Qué es lo que más te gusta de él?

Yo, que antes era aún más imbécil que en la actualidad, me jactaba de detestar a Raphael, probablemente por posturismo y por el qué dirán. En la última década, sin embargo, fui convergiendo hacia él bajo una premisa fundamental: es el exceso por el exceso, por lo que yo, excesivo, acabaría, en un escenario, haciendo lo que él hace. También hay que reconocer que Rapha fue cambiar de hígado y volverse como un calcetín, y su asociación con Enrique Bunbury -ya comentada en estas páginas- lo ha convertido, definitivamente, en lo que siempre quiso ser: el artista más moderno de España.

Pero, en general, lo que más me gusta de él es que hace lo que le sale del nabo, y eso es lo más aplaudible en un individuo de aquí a Siberia.

7. ¿Qué te gusta hacer cuando estas solo y nadie te mira?

Muchas cosas que pertenecen a mi privacidad más absoluta, y que si las comentara aquí dejarían de reconfortarme. Paso palabra, con tu permiso.

8. ¿Tienes algún miedo o fobia destacable?

Miedos, muchos, fobias, aún más. De las destacables, me aterrorizan las ratas, odio las alturas y me asquean profundamente las moscas. También me dan miedo los aviones, pero como aun así me entusiasman, la adrenalina vence a la cobardía y estoy siempre deseando despegar rumbo a donde sea.

9. ¿Has visto algún fantasma en tu vida?

A diario, por el carril izquierdo de la autopista y al volante de un BMW.

10. ¿Qué es lo que detestas más de un hombre y de una mujer?

La cabronez en su sentido más intrínseco, la falta de empatía. Que sean mala gente, en una palabra.

11. ¿Por qué no hay un niño o una niña en tu casa?

Ya lo comenté en estos lares. Simplemente, no me siento capacitado para ser padre, y para mí un niño o una niña son seres tan importantes que merecen alguien mejor que este chisgarabís.

12. ¿Tienes miedo de la muerte? ¿Crees en Dios? ¿De qué religión eres?

Tengo miedo a la muerte, a qué negarlo, aunque me asusta más la decrepitud, y no, no creo en Dios. Soy estadísticamente católico: me bautizaron sin mi consentimiento a las 24 horas de nacer, por si la diñaba. Es que vine ochomesino y con 2 kg 600 gramos. Una mierdecilla, vamos.

13. ¿A quién considerarías un ídolo absoluto de todos los tiempos para la Humanidad? ¿Algún ídolo actual?

Mis lectores habituales saben -o pueden suponer- que yo, en realidad, hace años que no tengo ídolos más allá de la boutade. Todo el mundo es humano, imperfecto y sujeto a crítica, y mi admiración por Julio Iglesias tiene más de broma que de real. O quizá no.

14. Si te convirtieras en un superhéroe, ¿quién serías y/o qué superpoder te gustaría tener?

Siempre, y desde pequeño, quise ser Superman, el único héroe que conjuga todos y cada uno de los poderes, desde la superfuerza a la supervelocidad. Seguro que, encima, también domina el supersexo.
Todo, lo quiero todo.

15. Si pudieras parar el mundo durante una hora, ¿qué harías?

Sinceramente, no lo sé. Probablemente me metería en los vestuarios femeninos de más de un gimnasio.

16. ¿Qué local o zona comercial elegirías para realizar un saqueo?

Un Media Markt, sin duda alguna. Sección cine y música.

17. Si pudieras tener una charla con alguien que haya muerto, ¿con quién sería?

Con mi madre.

18. De no haber nacido en esta época, ¿en cuál te hubiera gustado vivir?

En los años setenta.

19. De no ser tú, ¿quién te hubiera gustado ser?

Porfirio Rubirosa.

20. Si pudieras ir a cotillear tu futuro durante un minuto, ¿a qué momento irías?

Al de mi muerte. Curiosidad morbosa, probablemente.

21. ¿A quién harías desaparecer del mundo en este preciso instante?

A nadie. Que cada palo aguante su vela.

22. Si no vivieras en Girona, ¿dónde sería?

Probablemente en Estados Unidos.

23. Si fueras un animal, ¿qué animal serías?

Un gato.

24. ¿Cómo es que Mina se llama Mina?

En homenaje a la Mazzini, diva absoluta y una de mis cantantes de cabecera.

25. De lo que llevas vivido, ¿qué imagen y/o sonido guardarás en tu memoria toda tu vida?

El otro día, chateando, mi recién amiga Maribel se sorprendía con razón de mi memoria del instante concreto. Por alguna razón absurda, tengo recuerdos detalladísimos de todo tipo de acontecimientos, del más nimio al más trascendente, así que guardo tantas cosas en mi disco duro que soy incapaz de escoger una.

26. ¿Cuál es tu logro personal más importante? ¿Y tu derrota más estrepitosa?

Mi principal hazaña consiste en dormir relativamente tranquilo por las noches, en base a la observancia de un cierto código de valores. Mi mayor hándicap es la ausencia de fuerza, tanto en el sentído físico como, sobre todo, en el emocional.

27. ¿A quién le pides consejo, en caso de necesitar algún consejo?

A mi mujer.

28. ¿Qué es lo que no le perdonarías a alguien a quien quieres?

La mezquindad. No es que no la perdonaría, es que no la perdono.

29. ¿Cuál es el mejor recuerdo? ¿Y época de tu vida? ¿El más triste?

Como he dicho en la pregunta 22, tengo tantos recuerdos que es difícil destacar uno, por bueno o malo. Quizá mis viajes a París o Nueva York, o el primer orgasmo compartido. Mi mejor época, objetivamente, es la actual, aunque tengo una añoranza por la primera juventud exagerada para lo que en ella viví. La vivencia más triste fue la muerte de un familiar cercano, del que no doy aquí más datos por respeto a su memoria y a sus sobrevivientes.

30. ¿Tienes alguna deuda pendiente con el pasado? ¿Te arrepientes de no haber hecho algo?

Me arrepiento de cientos de cosas, tanto de las que he hecho como de las que no he hecho, y tengo miles de deudas pendientes. Tantas, que serían imposibles de enumerar. Habría querido ser otro en muchas ocasiones.

31. ¿El último chiste que te hizo reir?

Probablemente alguno de Eugenio repetido hasta la saciedad.

32. ¿Cuál fue el último piropo que te dijeron o dijiste?
El último que me dijeron: tú tienes tu punto; el último que dije, a cualquiera de mis amigas de Facebook: guapas.

33. ¿Qué consejo le darías a alguien que busque trabajo en este país?

Emigra.

34. ¿Te gustaría ser famoso algún día?

Rotundamente no.

35. ¿A qué edad tuviste tu primera novia? ¿Y la virginidad cuánto te duró?

Hubo muchos intentos baldíos, pero no pude presumir de enamorada hasta los 20. Y no me desprecinté hasta los 21. Sí, ya lo sé: lamentable.

36. Una de tus virtudes sería... Uno de tus defectos...

Como virtud, la empatía, como defecto, la falta de sustancia.

37. Una actriz, una película, un músico o grupo musical, un libro y una canción que te gusten.

Como actriz, Brigitte Bardot -no por intérprete, sino por mito-, como grupo musical, The Doors. Por libro escojo Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé -o Trilogía de Nueva York, de Paul Auster-, y por canción, Et maintenant, de Gilbert Bécaud.

38. ¿Qué palabra sería la que más uses?

Hijoputa.

39. ¿Crees en el amor y/o el matrimonio, en el matrimonio, en el amor, en ninguno de los dos?

Creo en el amor. En el matrimonio ni creo ni dejo de creer: me parece una cuestión estéril. Se cree en la pareja o no se cree, los papeles son un mero ornamento.

40. ¿Qué es lo que más te molesta que te pregunten?

Que por qué no tengo hijos, si el preguntón es un desconocido o alguien que no me cae bien -que no es tu caso-.

41. ¿Qué es lo que más te molesta que te digan?

Me molesta que se metan en mi vida, en general.

42. ¿De qué forma evades la rutina?

Intentando hacer lo que me da la gana el máximo tiempo posible. Y, mal que bien, lo voy consiguiendo. También compro deuvedeses compulsivamente: mano de santo.

43. ¿Cuál es tu futuro inmediato? ¿Cómo lo ves?

Mi futuro inmediato es incierto pero, en tanto que inmediato, es también inevitable, así que, aun viéndolo complicado, no me queda otra que asumirlo. Lo veo con resignación, en su mayoría, y con esperanza, en una pequeña parte.

44. ¿Marca de coches preferida? ¿Coche del que estés enamorado de siempre? ¿Conducción deportiva o económica?

Soy un amante de los coches ingleses e italianos. Aston Martin o Alfa Romeo me convencen desde siempre, y donde se ponga mi Mini clásico, que se quiten los demás. Conducción ligera, pero sin olvidar que la carretera es de todos y no está a mi exclusivo servicio.

*Al final, y sobre todo gracias a un fiel que vale su peso en oro, las preguntas han sido aluvión. Mis reconocimientos a quienes han participado y a quienes dediquen unos minutos a releer mi medianía.

El año que viene, más.

Y cómo no, feliz semana.

Acer deveres

Posted by : Le poinçonneur | 27 ene 2012 | Published in



A ver quién es el guapo que me dice a la cara que este planning del muy organizado Adrián -el hijo de ocho años de mi querida Olga Bernad- no da un nuevo sentido al adjetivo adorable.

El pueblo te quiere lampiño

Posted by : Le poinçonneur | | Published in


Tome nota, pues, Sr_Skyzos.

Liquidjade (+18)

Posted by : Le poinçonneur | 26 ene 2012 | Published in


La fiebre de Tumblr ha multiplicado las páginas de sexo finolis. Hoy he dado con ésta, que no está mal del todo.

Have fun.

Cool cars (3): Ferrari Modulo

Posted by : Le poinçonneur | 25 ene 2012 | Published in


Instantánea

Posted by : Le poinçonneur | 23 ene 2012 | Published in


Irene se incorpora en la cama y tantea en la penumbra del cuarto en busca de la mesita de noche. Su mano choca por fin con el interruptor de la lamparilla y enciende la luz. Rescata un cigarrillo de un paquete de rubio y lo enciende. Las primeras dos caladas le saben a mar. Separa entonces el cigarrillo de sus labios para lamerse la comisura de la boca y descubre que son sus lágrimas las que han empapado el filtro del cigarrillo.

Irene siempre llora cuando se siente feliz. Juan dormita a su lado, hecho un ovillo. La luz amarillenta de la lamparilla le da un tono ocre a su desnudez. Irene se inclina sobre él con mucho cuidado y pega la nariz a su sien. Inspira lentamente hasta que el aroma de Juan inunda por completo sus pulmones.

Juan huele a galleta, a galleta de vainilla.

Irene echa un vistazo al reloj que hay encima de la mesita. Las cuatro de la mañana parpadean en números verdes. Se le hace tarde. Apaga el cigarrillo en un cenicero atestado de colillas y se levanta de la cama. Recupera su ropa del suelo y se viste deprisa. Ya en la puerta del cuarto, se vuelve para contemplar por última vez el cuerpo desnudo de Juan. Un aroma a vainilla flota en el aire.

Deshaciendo el camino andado sólo una hora antes, Irene alcanza la calle. La luna llena y limpia de la madrugada guía sus pasos hasta el coche. Irene se acomoda ante el volante e introduce la llave en el contacto. Abandona las calles estrechas del casco antiguo y desciende por Vía Layetana hasta llegar a la Barceloneta. Un fuerte olor a salitre se le cuela por la ventanilla. Irene no sabe en qué momento decidió marcharse del restaurante con Juan. Tuvo que ser después de los postres, posiblemente, cuando Rodríguez iniciaba su batida fotográfica por la mesa, con la intención de inmortalizar otra cena de Navidad. Irene vuelve a verse sentada junto a Juan, de espaldas a la puerta, jugando a enroscar su pie descalzo entre las piernas de él, al amparo del mantel. Ha sido entonces cuando el disparo inesperado del flash le ha estallado en la cara, cegándola durante unos segundos. Cuando ha recuperado la visión, Rodríguez andaba haciéndole ya una ráfaga de fotografías a la bella Lola, la secretaria de Contabilidad.

Irene cae en la cuenta de que tiene que hacerse con esa foto. Quiere conservar la instantánea robada de su felicidad, esa imagen que tal vez pasaría inadvertida para unos ojos poco expertos. Antes del café ya lo había decidido, ahora lo recuerda con claridad. Juan le ha apretado la mano después de que les hicieran la foto y le ha sonreído, a ella le ardían las mejillas y no le ha hecho falta decir nada. Irene se ha levantado de la mesa y ha buscado el amparo del vestíbulo para hacer la llamada. Ha marcado mecánicamente, sin reparar en el orden caprichoso de los números. Hola, soy yo… sí, todavía estamos en el restaurante… no, ya sabes como son estas cenas… volveré tarde, no me esperes despierto… vamos no te enfades, que sólo lo hago una vez al año… sí, sí, vale… hasta luego.

Después ha colgado, conteniendo la respiración, orgullosa de que él no haya descubierto la excitación en su voz, y ha regresado a la mesa. Ahora Irene baja del todo la ventanilla del coche para que el viento le golpee a gusto en la cara y concluye que no se siente culpable. Hacía tanto tiempo que no lloraba.

TEXTO: MARIBEL RUIZ.

Ódiame*

Posted by : Le poinçonneur | 22 ene 2012 | Published in


Ódiame por piedad, yo te lo pido,
ódiame sin medida ni clemencia.
Odio quiero más que indiferencia,
porque el odio hiere menos que el olvido.

Si tú me odias quedare yo convencido
de que me amaste, ay amor, con insistencia.
Pero ten presente, de acuerdo a la experiencia,
que tan sólo se odia a lo querido.

Que vale más sufrir lo que yo he sufrido
que contemplar tu débil hermosura.
Piensa que el fondo de la fosa
llevaremos la misma vestidura.

Si tú me odias quedare yo tan convencido
de que me amaste, ay amor, con insistencia.
Pero ten presente, de acuerdo a la experiencia,
que tan sólo se odia a lo querido.

Bambino, Sony-BMG.

*A tod@s, feliz y odiosa semana.

Golshifteh*

Posted by : Le poinçonneur | 20 ene 2012 | Published in


*Para algunos, la imagen de una bella mujer desnuda posando libremente resulta ofensiva, peligrosa y desestabilizadora. Yo, al efecto, envío desde aquí dos sentimientos: a los algunos, mi compasión; a la modelo, mis admiraciones.

Poinçoentrevista 2012

Posted by : Le poinçonneur | 19 ene 2012 | Published in


Una agradable conversación mantenida anoche con una amiga de Facebook me ha terminado de decidir a lo que llevaba tiempo barajando: repetir la fórmula que tan inesperado éxito cosechó el curso pasado.

Así, desde ahora, desde ya, queda abierta la recepción de preguntas para la edición 2012 de la poinçoentrevista: en el remoto caso de que les despierte yo algún interés, fríanme a cuestiones sobre los temas que se les ocurran, teniendo por únicos límites la intimidad de terceros y los relativos a mi situación profesional, nombre, domicilio y apariencia física -¡fotos no!-, por daniños al misterio que tanto me gusta cultivar.

Las preguntas deberán ser dirigidas, como siempre, a petittrou2009@hotmail.com antes del viernes 27 de enero, y serán publicadas, también como siempre, de forma anónima y por estricto orden de recepción. No existe límite por usuario, ya sean dos o doscientas.

Las respuestas, si se animan, el día 29.

Hala, hala, no se corten.

S.

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Cuando Fraga daba miedo*

Posted by : Le poinçonneur | 18 ene 2012 | Published in


Eran los tiempos en los que Fraga daba miedo. Hablo de los primeros años de la Transición, cuando don Manuel tenía un cuerpo de barrilete como de boxeador ajado, una cabeza pétrea semejante a un mojón de carretera secundaria y un temperamento mercurial y vesubiano, de erupción incontrolada pero inminente. Todavía cincuentón, su energía era tan legendaria como la peculiaridad de sus actitudes, y las anécdotas le perseguían como las moscas al buey. Cuando le entrevisté por primera vez, en junio de 1978, todavía se comentaban sus célebres frases (como lo de "la calle es mía") y sus arrebatos: por ejemplo, que en un mitin en Lugo, pocos meses antes, se había lanzado en persecución de 400 reventadores al grito de "¡a por ellos!". O que, siendo ministro, había arrancado un teléfono de la pared porque no dejaba de sonar. O lo peor para mí entonces: que, pocos días antes de nuestra cita, había echado a empellones a un periodista porque no le gustaron sus preguntas. Como es natural, todos estos datos me hicieron acudir a la entrevista bastante amedrentada.

Por eso, por el puro miedo, me preparé muy bien el comienzo de la charla, intentando encontrar algún truco que me permitiera desmontar esa bomba de relojería que el político gallego parecía llevar dentro de su amplísima frente. Y así, empecé diciendo que me habían contado dos cosas contradictorias sobre él ("todo hombre es contradictorio", tronó Fraga cargado de razón). La primera, que tenía un gran sentido del humor, una observación que le encantó: "Lo cultivo todo lo que puedo. Creo que uno de los grandes defectos nacionales es no tener sentido del humor". Pero también me habían dicho, añadí, que era un hombre violento que me podía echar a la segunda pregunta. Y ahí, claro, don Manuel tuvo que decir que no, que eso solo había ocurrido una vez y con un amigo suyo, que él no hacía esas cosas... A partir de ese momento me sentí más protegida: al alardear de su buen humor, Fraga se veía obligado a demostrar que lo tenía; y tras negar sus brotes de violencia, presumí que le sería más difícil ceder a la tentación de estrujarme el cuello. Y así discurrió la entrevista, que fue difícil, tirante, agresiva por su parte y por la mía, pero también graciosa, chispeante e inolvidable.

Porque era cierto que Manuel Fraga Iribarne poseía un gran sentido del humor, una vasta cultura y una brillante inteligencia, y, al mismo tiempo, también era verdad que de repente parecía cubrirle un velo rojo, que perdía los nervios y farfullaba, que se convertía en un motor pasado de revoluciones y en una fuerza ciega e irracional. Ha sido nuestra más perfecta versión de Doctor Jeckyll y Mister Hide. Un personaje intenso.

Dos años después de aquella entrevista, en 1980, coincidimos como ponentes en un impresionante simposium que organizó la Universidad de Vanderbilt en Nashville, Tennessee (EE UU), sobre los cinco primeros años de democracia en España. El cuarto día, terminadas ya las conferencias, el evento cerró con un coctel-cena en casa del rector. En un momento ya avanzado de la noche me acerqué a la mesa de las bebidas a servirme una copa, pero los cubitos de hielo que llenaban un enorme bol se habían pegado los unos a los otros, formando un iceberg inexpugnable que ataqué inútilmente con las pinzas de hielo durante un buen rato. De pronto, Fraga Iribarne se materializó a mi lado con toda la solidez de su corpachón. "Permítame, señorita", ordenó, haciéndome a un lado. Se quitó la chaqueta, se remangó la camisa por encima del codo de su brazo derecho y, a continuación, comenzó a aporrear la gran masa congelada a puñetazo limpio hasta hacerla trizas. Luego agarró un buen montón de esquirlas de hielo con su manaza y me llenó el vaso. Y, sonriendo, dijo: "¿Ve usted, señorita? De cuando en cuando es necesario el uso de la fuerza bruta". De algún modo fue su punto final a uno de los debates que mantuvimos durante la entrevista. Nunca olvidaba nada.

Los años, la salud y el peso de la edad le fueron calmando, pero siempre mantuvo su originalidad radical y algo alienígena. De hecho, hasta su físico, al envejecer, le fue haciendo cada vez más parecido a un personaje de La guerra de las galaxias. Hoy lamento la pérdida de este hombre irrepetible: el mundo será más convencional sin su presencia. Además, creo que hay que reconocer su esfuerzo por apaciguar en su momento a la derecha más cerril. Esto es: le agradezco que se comiera a los caníbales.

*No podía dejar pasar el óbito de Manuel Fraga sin dedicarle un post, para lo que echo mano del excelente texto que Rosa Montero publicó en El País de hace un par de días. Muchas cosas se dirán estos días sobre el exministro de Información y Turismo, legión serán los opinadores, mas, en mi ánimo -y con permiso de Montero-, nadie ha capturado mejor la esencia de Fraga que La Trinca en el ya célebre pasodoble.

La Historia lo juzgará, como a todos nosotros.

Cool cars (2): AMC Matador

Posted by : Le poinçonneur | | Published in

Los cuentos de Maribel

Posted by : Le poinçonneur | 17 ene 2012 | Published in

Sería demasiado indiscreto -por implicar a terceros- narrar las circunstancias de mi encuentro -o reencuentro, según se mire- feisbuquero con Maribel Ruiz, notable cuentista y amiga in pectore, así que me ceñiré a decirles que me congratulo de anunciarles que he cerrado con ella su próxima colaboración en este su libelo, que es también el de todos Vdes. Así, hasta final de temporada, y una vez al mes, disfrutarán aquí de una selección de los atinados relatos de Maribel, escogidos por ella misma con precisión cirujana.

Esperando que la nueva les alegre tanto como a mí, les emplazo a estar localizables: en pocos días, el primero.

Nota: la imagen que ilustraba este post ha sido eliminada a petición de su autor.

El hombre y el oso

Posted by : Le poinçonneur | 15 ene 2012 | Published in


Mi más que querido Sr_Skyzos nos anda interrogando a sus amigos feisbuqueros sobre si resulta más atractivo con o sin barba. A tal efecto, ha colgado en su muro la imagen superior, a fin de que la concurrencia se pronuncie sobre si el vello lo hace bello o lo contrario.

Yo, que cuando se trata de ayudar al próximo me parto el alma, hago aquí extensiva la encuesta, para la que, durante los próximos diez días, dispondrán a la derecha de sus pantallas del gadget correspondiente. Es inútil decir que mi Skyzos estaría primoroso hasta con un sapo en la solapa, pero no se me corten y asístanlo en su perpetua búsqueda de la perfección estética. No puedo garantizarles que el resultado del referendo tenga carácter vinculante, mas me consta que el aludido -como toda diva-, se debe a su público, por lo que sus opiniones serán, créanme todos, más que tenidas en cuenta.

No se lo piensen y voten, voten.

L'eau à la bouche*

Posted by : Le poinçonneur | 14 ene 2012 | Published in



Lulu Gainsbourg, Universal Music France.

*Permanentemente eclipsado por la diferencia de edad y el carisma de su hermanastra Charlotte -hija de Jane Birkin-, el hasta ahora inédito Lulu -vástago de Bambou- lleva ya tiempo pugnando por ganarse un ápice del legado de su irrepetible -inasible, inigualable- padre. Después de unos años formándose musicalmente en Estados Unidos, se nos lanza con From Gainsbourg to Lulu, un recomendable trabajo-homenaje para el que ha contado con la colaboración de gentes de la solvencia de Marianne Faithfull, Scarlett Johansson, Vanessa Paradis o Johnny Depp.

Con L'eau à la bouche -primer single y afortunada revisitación- les deseo un muy memorable fin de semana.

Yurena*

Posted by : Le poinçonneur | 13 ene 2012 | Published in



*Acabo de descubrir no me pregunten cómo Cuéntaselo a Caris, un impagable magazine cibernético por el que, mensualmente, desfilarán algunas de nuestras celebrities más señeras para ser entrevistadas por un tal Caris Hilton. Fiel a mi perenne vocación de servicio, le abro, desde ya, sección propia.

Cool cars (1): Holden Ute

Posted by : Le poinçonneur | | Published in

Lo inrecortable

Posted by : Le poinçonneur | 10 ene 2012 | Published in


Mi padre tiene 78 años. Después de una vida que un generoso calificaría de complicada -enterrar a una esposa y a un hijo no es moco de pavo- ha caído en una depresión ansiosa que ya dura varios meses y a resultas de la cual hemos pasado, él y yo, ocho horas en urgencias para acabar con un alta tan tranquilizadora -el corazón, a prueba de bombas- como inquietante -¿para cuándo el próximo episodio?-.

Se extrañarán Vdes. que entre en cuestiones tan personales cuando siempre he sido más que renuente a ventilar aquí intimidades, pero escribo este post para desahogarme, para homenajear a mi padre y para agradecer al equipo médico del Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona -Can Ruti, para los más profanos- el exquisito trato recibido. Hoy he visto a enfermeras que podrían ser mis sobrinas aguantar a ancianos inaguantables, llamarlos por su nombre, cogerlos de la mano y hasta besarlos para tranquilizarlos. He visto -o atisbado, tras las cortinas de rigor- limpiar culos cagados y cambiar sábanas meadas sin un mal gesto. He visto, en suma, la humanidad de la que carecen ciertos prebostes que, puestos a recortar, podrían mandar al desguace sus cochazos oficiales. O mejor aún, ponerlos a disposición de los familiares de enfermos -con chófer incluido- para evitarles madrugones y apelotonamientos en buses, trenes y demás transportes públicos.

Aprovechando la avinentesa para mandar un abrazo emocionado a los citados prebostes, confieso públicamente que hoy, a costa del contribuyente catalán, me he cenado una ración de conejo que mi padre no ha querido. Si apreciárase inmoralidad, desfachatez o urdangarinismo en mi comportamiento, sírvanse las autoridades competentes contactarme por email y les daré los datos necesarios para mi apresamiento. Eso sí, como siempre fui un coqueto, les pongo una condición: que me detengan al grito de ¡prendedle!

Cuerpo Presente (+18)*

Posted by : Le poinçonneur | 5 ene 2012 | Published in



Vuelvo de vacaciones a París después de mucho tiempo y pienso inevitablemente en Sandra. Conocí París gracias a Sandra, y a Sandra gracias a Laura. Sandra, quien en círculos artísticos era conocida como Christine, viajaba a París varias veces al año para visitar a su padre, instalado en la ciudad desde su divorcio. Lo más curioso del caso es que, aunque Christine tenía amigos de sobra e incluso algún rollo más o menos serio en Barcelona, sólo viajaba a París conmigo. ¿El motivo? Ni idea. En París, además, yo pasaba por ser algo parecido a su novio, o al menos así lo dejaba creer a su padre, un tipo agradable en cuya cama follábamos cada mañana, justo después de que él se marchara a trabajar. Yo no entendía por qué ella se empeñaba en abandonar su propia cama para arrastrarme hacia esas sábanas aún calientes, el único lugar donde conseguí tirármela. Luego visitábamos alguna exposición, comíamos y nos separábamos hasta la noche. Nunca quiso decirme a qué dedicaba las tardes. Raramente cenábamos juntos, quedábamos directamente en algún bar, a menudo en un garito cercano al canal de Saint-Martin. De vuelta en Barcelona todo seguía como antes: ella con el primero que le saliese al paso, yo con Laura o con quien fuese, justificando académicamente mi escapada, tratando en vano de volver a follarme a Christine, de nuevo más Sandra que nunca.

Durante aquella época, Christine andaba metida en un proyecto que la obsesionaba por encima del resto. A lo largo de varios meses, y en diferentes ciudades, se dedicó a fotografiar camas de hospital vacías, cuando era posible con el permiso del centro o la connivencia de algún médico, con frecuencia de forma furtiva. Camas tersas esperando un nuevo inquilino. Camas deshechas cuyo ocupante podía estar en ese momento en el lavabo, en el quirófano o incluso camino al tanatorio. Las imprimiría más tarde en gran formato, todas en blanco y negro y muy saturadas de luz. Las imágenes deberían colocarse ordenadamente en tres de las cuatro paredes de una sala vacía. En el suelo, bajo un foco de luz intensa, tres camas reales. Christine desnuda sobre la cama central, ante la mirada de los espectadores alineados en la cuarta pared. La performance creo que nunca llegó a hacerse realidad por falta de presupuesto. Llevaba por título Cuerpo Presente.

Me la había presentado Laura en un festival de creación y nuevas tecnologías al que consiguió arrastrarme. Laura hacía un numerito vergonzante con mucho cátodo y casquería apocalíptica, acompañada de un dj con una máscara de demonio japonés y un tutú de bailarina. La propuesta de Christine tampoco tenía desperdicio: aparecía en medio del escenario pasando la aspiradora y planchando ropa mientras, al fondo, en una gran pantalla, se proyectaba un video porno lésbico. Después se quedaba en bragas y simulaba masturbarse frente al público, cuyos rostros aparecían entonces en la pantalla acompañados por una música tribal africana.

Aunque en realidad de quien me apetece hablar es de Laura, con la que nunca llegué a viajar a París, lo que no impide que ahora mismo me la imagine sin dificultad a mi lado, devorando una crêpe de Nutella mientras escribo estas líneas en un café de la Place de Clichy como un Henry Miller de pacotilla. En el mundillo de la poesía experimental, la performance poética y demás rollos pseudoliterarios, Laura se hacía llamar Helga, o Hildegard, o Ulrike. La gorda Ulrike. Helga y su coño moreno. Mi pequeña Hildegard. Una rotunda osamenta de hechuras nórdicas atemperada por el origen mexicano de su madre, ochenta y dos kilos de incontinencia, cinco o seis litros de flujos vaginales en perpetua ebullición, una lengua obsesionada con mis orificios corporales, la dulce Helga, la más puta, la más niña, Hildegard, recuerdo tu cabellera rizada rozándome el ombligo mientras te la tragabas sin demasiada pericia, una lástima, su boca era idónea, labios opulentos, lengua enorme, y los ojos medio en blanco, extáticos, como si se dispusiese a libar del más sutil de los cálices, eso me bastaba, la equivalencia visual de una sensación ilusoria, a veces un diente mal limado rozaba la obertura de la uretra, qué más da, no me importa, acércate, pon tus nalgas sobre mi cara, déjame tenerlo muy cerca una vez más: los labios más fascinantes que he visto en mi vida, aquellos pliegues categóricos, esculpidos por un maestro en origami, tostados como los de una negra, de un rosado intenso en la cara interior, y en el centro de ese coño pintado por Odilon Redon, de ese Aleph, de esa rosa tectónica, pequeña Ulrike, el punto de fuga de todos los textos.

Durante su adolescencia, Helga había sido algo así como la gran esperanza de la nueva poesía española. Había ganado un par de premios, desde luego, por entonces todo el mundo ganaba premios, brotaban como hongos en el sótano de la editoriales y de los ayuntamientos, siempre había dinero disponible para premiar a algún jubilado que escribiese sobre la virgen local o para alguna niñata con ortodoncia y un poster de Blade Runner junto a la cabecera de su cama. Publicó un libro titulado Veinte problemas de amor y una ecuación desesperada, un prodigio de la literatura joven, decían los críticos, frescura y desenfado a manos llenas. Supongo que la mayoría se ponían cachondos imaginándose a esa amazona en pelotas a lomos de un peluche gigantesco. Desde entonces se había dedicado a recorrer medio país dando conferencias sobre escritura femenina y otras perversiones. No tardó en derivar hacía la poesía escénica, y yo diría que llegó a abrazar todas sus variantes, cuanto más estúpidas mejor.

Una tía inteligente, a pesar de todo.

No paraba de hablar mientras follábamos, así era ella, y encima alternando idiomas. El alemán era su favorito mientras me la mamaba y el francés, curiosamente, cuando yo le comía el coño. Si se colocaba encima de mí, recurría a un italiano de pacotilla mientras trataba de bambolear sus pequeñas tetas. Del inglés, con sabiduría, pasaba por completo. Sus escasas nociones de náhuatl las reservaba para su postura favorita, de espaldas, agarrada al borde de la bañera, desde donde era posible verse lateralmente en el espejo. Sus palabras resonaban de forma fantasmal, favorecidas por la acústica del embaldosado.

Un día, por variar, le enculé mientras se agarraba a un estantería, y allí mismo, supongo que contagiada por su proximidad con la predecible sección de poesía de mi biblioteca, se puso a hablarme de un autor al que yo no conocía. Le di más fuerte, a ver si se callaba de un puñetera vez, pero sólo conseguí acelerar su discurso, atragantado de jadeos. Eso me encendía, claro, de repente yo tenía catorce años y me estaba tirando a mi profesora de literatura. Decía no sé qué sobre encabalgamientos, el discurso era cada vez más incomprensible, reemprendí el ataqué, se corrió, gritó de forma extraña, proyectando la voz hacia adentro, la estantería se tambaleó, varios volúmenes cayeron al piso, la agarré espasmódicamente de las caderas, los miré de reojo mientras me vaciaba…

Catulo. Kavafis. Fray Luis de León.

Pero curiosamente la imagen más viva que conservo de ella corresponde a la época en que comenzamos a distanciarnos. Lo recuerdo a la perfección, habíamos quedado en la plaza del Macba, yo llegaba con retraso, la divisé desde lejos: en el centro de aquel decorado arquetípicamente barcelonés, rodeada de skaters y de mendigos, de turistas y de vendedores de cerveza, de estudiantes de diseño gráfico, de algún postgrado absurdo o de cualquier chorrada audiovisual, luminosa, mi Helga, con su boina de lana y su abrigo de tres colores, excesiva, seductora, hablaba con alguien, otra chica, delgada, menuda, de negro riguroso, demasiado antitética para resultar verosímil. Mira, esta es Irene, me dijo. Hola, Irene, qué tal, encantado, detecto la estela de una cerveza reciente mientras me plantas los dos besos de rigor, me gusta tu boca de Betty Boop, apostaría a que llevas el coño bien rasurado y una mariposa tatuada justo encima del culo…

Cuando la conocí debía tener la misma edad que yo, es decir, la misma que Ulrike, unos veinticinco, pongamos, aunque se podría afirmar sin exagerar que aparentaba siete u ocho años menos. Cuando te conocí, Irene, vestías de negro desde la bufanda hasta las Converse, y decidí que te llamabas Paula, aunque tú aún no lo supieras. Parecía que con ella no me iba a servir demasiado la pose medio intelectual, los alardes alcohólicos, la americana con una chapa de Godard en la solapa: yo no tenía mucho más que ofrecer que tantos otros individuos con los que ya había estado y con los que sin duda estaría. Mi única ventaja: ser el novio de su amiga. Eso y la abuela de su amiga.

Resulta que a Paula le ponían los entierros, y ya no digamos los velatorios, así que allí estábamos, junto al cuerpo aún caliente de la madre de la madre de Helga, y Paula, más caliente todavía, inclinándose desde el borde de su asiento para que yo no perdiera detalle de su poco apropiado escotazo. Ni yo ni ninguno de los numerosos primos de Ulrike con los que compartía el enorme sofá de poliéster marrón. Llegaba gente, nos levantamos y fuimos a estirar las piernas a un pasillo contiguo, estaba claro que no llevaba sujetador, los pezones se le marcaban furiosos por debajo de la camiseta. Tres minutos después me la chupaba en el lavabo de minusválidos, ella sentada en la taza, yo apoyado en uno de los agarradores laterales.

Nos estuvimos viendo durante unos cuantos meses. Al contrario de lo que pensaba, Paula tenía un coño considerablemente peludo. No soy muy aficionado a la abundancia capilar en semejante zona, pero he de reconocer que me estimulaba el contraste entre su rostro aniñado y a aquel pubis salvaje. El tatuaje de marras lo llevaba en realidad alrededor del ombligo, y consistía en una serie de anillos envueltos en llamas.

Poco a poco me di cuenta de que no sólo parecía una adolescente, sino que en gran medida también hablaba y se comportaba como tal. Me daba la matraca con el rollo del malditismo, y no paraba de enseñarme videos de Diamanda Galás o de Nine Inch Nails, menuda tortura. No hace falta decir que también era poeta, además de video-artista, fotógrafa de moda underground y xilofonista en un grupo de neofolk. Acabé harto de ella y de las falsas lolitas, por supuesto, y volví al coño eterno de Hildegard como el que regresa a casa tras unas vacaciones llenas de colas interminables, bufés libres y turistas rusos.

*Mi hermano Juan Vico abre el fuego de La Folie Nue. Espeto que el texto -sexualmente explícito, ya saben- sea tan de su agrado como lo ha sido del mío. Diría muchas cosas sobre mi multipremiado Juanito -veintiún años llevamos de amistad-, pero él ya las sabe, y a Vdes. -traviesuelos- no les incumben.

Disfruten.

Homenaje a una palabra*

Posted by : Le poinçonneur | 3 ene 2012 | Published in

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*A Eva, siempre.

T.

Posted by : Le poinçonneur | 2 ene 2012 | Published in


Este nuevo curso he decidido reconvertir la antigua sección Ellas, dedicada a mujeres que, por una u otras razones, me parecen la personificación de lo sublime. Sin cambiar en absoluto de propósito -el perenne homenaje, ya saben-, abandono las frías celebrities a quien jamás conoceré en favor de todas Vdes., mujeres de carne y hueso que demuestran a diario en despachos, juzgados, supermercados y salas de parto cuál es, sin discusión, el sexo fuerte.

Ellas, pues, muta en Vosotras: tras una inicial prospección entre mis próximas -a todas, grazie mille-, dispongo ya de unas cuantas instantáneas que serán publicadas por orden de recepción sin más detalle identificador -privacidad obliga- que la inicial del nombre de pila de cada una de las participantes. Si alguna lectora quiere unirse, contribuya con su imagen a petittrou2009@hotmail.com, la habitual ventanilla de atención al cliente.

Y a todas, las que se decidan y las que no, una vez más, prospérrimo 2012.