Hete aquí que acabo de comprobar cómo el inefable M.A.R. me ha llamado poco menos que retrasado mental por ser seguidor de series de televisión apestadas de poligoneros soeces, de homosexuales afectados y de putillas graciosas. Es inevitable no vislumbrar a Aída tras los eructos del exportavoz del Gobierno aznarí.
Por si alguien no diera crédito, enlazo aquí el post que el mencionado inefable ha publicado en su propio blog personal a propósito del asunto. Como a otros muchos, me califica de vulgar, y, por ende, fácilmente manipulable, o sea, gilipollas.
Podría decir muchas cosas, pero es tan tarde, tan abismal la diferencia de catadura entre M.A.R. y los cómicos a quienes pretende denigrar, y tengo tan pocas ganas de gastar dedos y pilas de teclado dando pábulo a este tipo que voy a abstenerme.
Bueno, del todo no: que te la pique un pollo, M.A.R.
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Pobre hombre, si no dice cuatro burradas no es noticia.
Sólo hay una palabra que defina la sensación que, de siempre, me ha producido este tipo: asco.
Nunca me gustó este tío. Además de que cuando abre la boca suele ser para soltar una gansada, no puedo soportar el sonido que emite.
Tienes toda la razón. Toda.