Rafaela se diplomó en Magisterio, pero a los 23 años, quizá cansada de niños ajenos, se puso el Aparicio para lanzarse al teatro, su vocación, ámbito en el que conoció al que sería su marido, Erasmo Pascual.
El posterior salto a Madrid le permitió a acceder a trabajos cinematográficos, primero pequeños, luego, más grandes. Empezó en 1935 sin frase en Nobleza baturra, de Florián Rey.
Casi siempre fue secundaria, en papeles de chacha, monja malcarada o suegra omnipresente, normalmente en comedias de mediana calidad y superior taquilla. De Marisol rumbo a Río a Sor Citroën, pasando por Las Ibéricas F.C. o El Cid Cabreador. No faltaron, sin embargo, incursiones en el drama, al lado de Saura -Ana y los lobos, Mamá cumple 100 años-, Aranda -Cambio de sexo- o Erice -El sur-. Las más de las veces, su figura pequeña y regordeta se merendó en pantalla a las starlettes de turno.
Adorada por el público, enlazó un rodaje tras otro durante más de cuatro décadas. Con sus facultades visiblemente mermadas, y ya casi nonagenaria, acabó su vida artística vergonzantemente bufoneada en la Tele 5 de las mamachicho. Muchos nos sonrojamos al verla desvariar junto a Bertín Osborne en programas indignos de su categoría.
Rafaela, nuestra gran cómica, murió en Madrid el 9 de junio de 1996.
Afortunadamente no vi aquellos programas de Teta 5 que citas. Mi memoria de ella es impecable. En "El Sur" sencillamente lo borda.
Siempre he defendido la Tele 5 de Lazarov, pero lo que hicieron con Rafaela fue imperdonable.
Imperdonable.
Rafaela es de esas secundarias que dignifican el cine... a la que normalmente no se les da la oportunidad de destacar pero que sobresalen con luz propia. Qué grande!
Grande no, grandísima.
¡Y qué carácter!