No es cierto que no podamos olvidar las viejas pasiones. Ocurre que, al contrario, son ellas quienes no nos olvidan. Nos persiguen, acechantes, hasta que las circunstancias les permiten emerger, para volver a atraparnos, incautos, quizá esta vez para siempre.Las viejas pasiones son, en realidad, nuevas, puesto que conservan intacta su energía a través de los años.
Por eso son tan temibles.


La cumbre del Amour Fou y una de las mejores y más olvidadas películas de Truffaut. El final me sigue poniendo los pelos de punta.
El final, ciertamente, es 100% Truffaut. La vi ayer y me encantó.
Menuda es la Ardant.