Año tras año, las televisiones nos obsequian con imágenes de hordas al asalto de los grandes almacenes el primer día de la temporada de rebajas. A bolsazo limpio, probas madres de familia de natural calmado se transforman en una especie de luchadoras de sumo capaces de retarse por un picardías de oferta.
Cuánta energía malgastada. Los auténticos connaisseurs de la compra compulsiva, por el contrario, nos abstenemos de sufrir codazos y pisotones, y guardamos nuestros euros para la semana siguiente. Aquélla en que, tras la marabunta, los comercios saldan a precios de risa las escasas prendas supervivientes.
Gracias a mi perspicacia, anteayer me hice con un jersey negro de pico del Pull & Bear por la módica cantidad de 3,99 euros. Los meapilas de turno me echarán en cara que no me gusta el negro y jamás visto de ese color. Tienen razón, pero, infelices, ¿y lo barato que me ha costado?
Ladran, luego cabalgamos.
Le disciple du Gainsbarre, 13-07-2007.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
(0) Comments
Publicar un comentario