Contraviniendo las enseñanzas que recibí, yo siempre he sido lo que se conoce como un vivalavirgen. No dejes para hoy lo que puedas hacer mañana, ha sido mi lema. Tal condición, feliz sin duda, me ha planteado no pocos problemas en mi vida profesional, especialmente cuando he topado con alguien que ha tenido la seriedad por bandera. M., mi jefa durante varios años, es de esas personas en las que uno puede confiar. Seria, paciente, cumplidora, es lo más parecido a mi némesis sobre la faz de la Tierra. No han sido pocas nuestras discusiones, las más, por mi afición a mirar a los fluorescentes mientras ella cultivaba la extravagante costumbre de trabajar. Aún así, al final, uno acaba cogiéndole cariño a su carcelera, cosas de la vida y el roce. Ahora, que acaba de ser madre, no puedo más que alegrarme, emocionarme, envidiarla y desearle desde aquí la mayor de las felicidades. Natàlia, la recién llegada, es clavadita a su progenitora. ¿A que dan ganas de achucharla?
Postdata: acabo de caer en la cuenta de que no he mentado al padre, aguerrido ejecutivo ya de cierta edad que lo mismo te corre un rally que se planta en la China a abrir mercados. Corrijo la injusticia haciéndole extensiva la enhorabuena, tan calurosa como merecida.
Guapa es, desde luego. Felicidades a sus papis.
Es igual que su madre. Parece que ya me esté echando bronca xDDD