Sabino

Posted by : Le poinçonneur | 26 oct 2009 | Published in


Acabo de leer en la web de El País la noticia del fallecimiento de Sabino Fernández Campo, conde de Latores y antiguo jefe de la Casa del Rey. Para muchos, Sabino es un desconocido recientemente reivindicado por la excelente interpretación que Emilio Gutiérrez Caba hizo de él en una serie sobre el 23-F. Para muchos más, entre los que me cuento, fue el engranaje sobre el que pivotó durante mucho tiempo no sólo la Monarquía, sino gran parte de nuestra estabilidad institucional. Nada menos.

Militar de mirada adusta, religioso e indisimuladamente conservador, Sabino siempre tuvo las cosas claras. Sin hacer ruido, a base de consejos, paciencia y sensatez, consiguió multiplicar el prestigio de un Juan Carlos a quienes pocos se creían en sus inicios. En 1977 fue nombrado secretario de su Casa, ascendiendo a jefe de la misma en 1990, cargo en que sucedió a quien fuera preceptor del Rey en su juventud, Nicolás Cotoner y Cotoner, marqués de Mondéjar. Pilotó desde el primer momento una Zarzuela de delicados cimientos, a veces más próxima al colapso que a la consolidación. La hizo funcionar como un reloj -qué tiempos aquéllos-. Para nuestra suerte: probablemente, la caída de la Monarquía hubiera arrastrado a todo el balbuceante sistema democrático.

Más que meritoria fue su actuación durante el infausto tejerazo, cuando en conversación telefónica con el general Juste, jefe de la División Acorazada Brunete, cortó con una frase -ni está, ni se le espera- las maquinaciones del traidor Armada, que había hecho correr la especie de que actuaba desde el despacho del propio Rey. Los laureles de la épica, como es natural, fueron para este último.

Su carrera palaciega acabó en el ya lejano 1993. Las nuevas amistades del Monarca -algunas, de carcelario destino- le hicieron la cama sin disimulo, temerosas de su perspicacia. La guinda acabó por ponerla un demoledor reportaje de la televisión inglesa en que aparecía Juan Carlos haciendo descarnadamente el ridículo, incapaz de poner en marcha su imponente Harley-Davidson. No mejores fueron sus más que discutibles dotes de pilotaje del helicóptero en que transportaba a su entrevistadora, la periodista Selina Scott. Ésta, sibilina, lo incluyó todo en el montaje definitivo, y así se transmitió a Europa entera. El escándalo fue grande, y la mofa, colosal. Sabino, vivido, se había opuesto previamente a lo que vislumbraba una charlotada. Desoído, al poco tiempo acabó cesando, o siendo cesado, según convenga. Desde entonces, la sucesión de despropósitos reales ha sido inacabable, y, hoy día, la afección monárquica bate récords, pero por abajo. Cosas de la vida.

Se va, sin duda, un gran hombre. Queden estas líneas en su recuerdo.

(12) Comments

  1. Nodisparenalpianista said...

    Un gran hombre. Si sus dietarios se dejasen leer...
    Hoy te felicito yo por tu entrada, hombre.

    26 de octubre de 2009, 14:47
  2. Le poinçonneur said...

    Sus dietarios se irán con él a la tumba. Tenía demasiada clase para lo contrario.

    Gracias por tus felicitaciones. Las aprecio en todo su valor, que es mucho.

    27 de octubre de 2009, 0:28
  3. Jorge said...

    Interesantísima entrada esta de Sabino, y por lo que veo con buena información. De eso que leo me surgen unas preguntas que ya antes eran boceto en mi cabecita.
    ¿Sería bueno o malo que hubiese escrito unas "memorias" antes de irse?
    ¿Hasta qué punto debe de llegar la fidelidad a un Jefe de Estado?
    ¿Debe un Estado tapar las debilidades, vergüenzas, deslices, meteduras de pata o lo que haya de sólo uno de sus ciudadanos? ¿Es beneficioso a largo plazo?
    Me temo que este hombre no me las va a contestar, pero me hubiese apetecido oirlas.

    27 de octubre de 2009, 11:37
  4. Le poinçonneur said...

    Hombre, básicamente, Sabino era un hombre que, más que por el Rey, se preocupaba por la institución, y por el país en general. Un hombre de Estado, vamos.

    Tenía clara su posición, que no era sino fortalecer la institución monárquica, que, en aquel entonces, era fundamental para la consolidación democrática, pero no porque fuera la única forma posible, sino porque era la que aquí había. Desde siempre, los enemigos de la Monarquía de Juan Carlos han estado en la derecha -extrema-, nunca en la izquierda, y tú y yo sabemos lo que es la derecha extrema en este país...

    Pienso que, simplemente, Sabino se limitó a cumplir su misión de fontanero de la Zarzuela. Es posible que gran parte de las borbonadas que allí viera no le hicieran ni la más mínima gracia, pero ése es otro cantar.

    Lo de las debilidades y deslices del Rey, lo tengo claro: no hay que taparlas. O más bien, hay que investigarlas. Lo que no podemos pedir es que sea la propia Zarzuela quien las divulgue. Primero, porque sería absurdo -¿quién va a mostrar sus vergüenzas voluntariamente?-, y segundo, porque es misión de periodistas e historiadores. Si Sabino se lleva tantas cosas a la tumba es señal de que él hizo bien su trabajo, mientras que otros no.

    Abrazos.

    27 de octubre de 2009, 12:41
  5. Nodisparenalpianista said...

    Estoy de acuerdo en la sustancia, pero te ofrezco esta enmienda. Ser hombre de Estado es amor a la subsecretaría de educación básica, de la pesca o de las telecomunicaciones. Eso es el amor de un chupatintas. Una idiotez.
    Sabino, creo era un hombre de su patria, de su país, un español orgulloso de serlo. Pero eso está vetado decirlo.
    Jorge, quien tapa las vergüenzas de un presidente de Gobierno que mata -terroristas, pero eso es lo mismo: no se mata, ni a bebés, ni a terroristas ni a nadie, por muchaqs ganas que se les tenga, jolines- es su partido, los jueces, sus herederos, sus votantes y el rey cuando le abraza.
    Vamos, creo yo.

    27 de octubre de 2009, 15:55
  6. Dulcinea said...

    Poinso, me ha gustado tu entrada. Pocas veces coincidimos en nuestros puntos de vista, pero me alegra que coincidamos en asuntos de enjundia.

    La fidelidad de Sabino Fernández Campo no era tanto al Rey Juan Carlos, como a la Corona. Los reyes se suceden unos a otros. La Institución es la que perdura.

    27 de octubre de 2009, 22:57
  7. Le poinçonneur said...

    Es difícil no coincidir acerca de quien no ha sido sino un hombre impecable. Suscribo totalmente tu último párrafo, aunque mi monarquismo hace lustros que caducó. De hecho, dudo que Leonor llegue a reinar. A su padre le falta un hervor, y hay mucho interesado en zancadillearlo.

    Saludos.

    27 de octubre de 2009, 23:09
  8. Alex said...

    Un tipo leal, inteligente y discreto. Tres virtudes poco habituales.

    28 de octubre de 2009, 1:53
  9. Le poinçonneur said...

    No tan poco habituales. Sin conocerte mucho, estoy seguro de que tú las cumples.

    28 de octubre de 2009, 12:50
  10. Nodisparenalpianista said...

    El carlismo no es lo que era, así que yo escogería a Elena.

    28 de octubre de 2009, 16:36
  11. Le poinçonneur said...

    Entonces Maricha no se divorcia ni a tiros. Con lo que le molaría ser Rey consorte.

    28 de octubre de 2009, 18:20
  12. Jorge said...

    ¿Lo de Elena va en serio? Es que a mí esa mujer me pone. Pero malo, me pone malo. Así que espero que sea un arrebato ideológico pasajero.

    28 de octubre de 2009, 19:16