Octopussy

Posted by : Le poinçonneur | 7 oct 2009 | Published in

Mi legión de incondicionales ya conoce de mi debilidad absoluta hacia sir Roger Moore, de lejos, el más reivindicable de los 007. Frente al hieratismo de Connery, Moore aportó al personaje un toque de pimienta camp tan necesario como infalible en una serie que empezaba a mostrar signos de agotamiento.

Octopussy, estrenada en 1983, constituyó la penúltima aparición del divo enfundado en el esmoquin de double O-seven, siendo todavía, un cuarto de siglo después, una de las más coloristas y descacharrantes entregas de la saga. Ambientado en buena parte en la India, el filme goza de una inolvidable tríada de villanos encarnada por Sandokán Kabir Bedi -el sikh Gobinda-, Steven Berkoff -el travieso general soviético Orlov, siempre puesto a apretar el botón-, y, sobre todo y todos, el magistral Louis Jordan, en la piel de Kamal Khan, un socarrón ladrón de joyas venido a más que merece, por derecho propio, figurar en los anales del subgénero. Un malvado, en suma, en las antípodas del gilipollesco Renard de El mundo nunca es suficiente -Robert Carlyle-, sonrojante ejemplo de lo que no hay que hacer para evitar ofender a quienes veneramos la franquicia.

Retomando Octopussy, Cubby Broccoli quiso asegurar el tiro en la elección de la protagonista femenina, volviendo a marcar el teléfono de Maud Adams, actriz y modelo sueca que ya había aparecido como secundaria casi una década atrás en El hombre de la pistola de oro. La nórdica, en consecuencia, pasó a la posteridad como la única bondette que ha aparecido en dos películas del siervo de Su Graciosa Majestad, acontecimiento insólito y únicamente achacable a su incontestable carisma.

Tan embriagante como peligrosa, propietaria de un circo, administradora de una isla-fortaleza poblada exclusivamente por mujeres y aficionada a los kilates ajenos, Octopussy-Adams, además de tener a letales pulpos venenosos como animales de compañía, reivindicó la capacidad de seducción de la mujer madura, estando la artista ya próxima a la cuarentena al iniciarse el rodaje. Algo, en todo caso, impensable hoy día, en que las starlettes parecen caducar apenas cumplidos los treinta.

El canalla Moore, como cualquiera en su lugar, no pudo sino caer a sus pies. Feliz descenso, en todo caso.

FOTO: MGM/DANJAQ/UA.

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