Aunque, como casi todas, ella misma no se lo cree -normalmente insiste en darse el visto bueno sólo cuando va repintada, repeinada, revestida y retaconada-, mi mujer, también como casi todas, está deliciosa recién despierta, en la cama, y, a poder ser, en cueros. Sin artificios ni accesorios de ningún tipo. Me sitúo más allá del puro sexo: entro en el delicado jardín de lo sublime.
Como comentaba hace poco el buen Álex -no recuerdo si en este panfleto o en el suyo-, nada hay más bello que el cuerpo desnudo de una dama. Para muestra, esta fotografía de Natalia Verbeke que hoy publica El País Semanal.
Pura lírica.
FOTO: JERÓNIMO ÁLVAREZ/EL PAÍS.
Me he enamorado de las dos: de Natalia y de Verbeke
Creo que llegas tarde. Me suena que está con un torero :P
La belleza en su esencia más pura es el cuerpo desnudo de una mujer. El amanecer son los minutos que desearías durasen horas. Aunque si Natalia Verbeke está recién levantada en esa foto juro convertirme al zoroastrismo mañana mismo.
Vete convirtiendo, desconfiado, que eres un desconfiado.