Hete aquí que la citada ginecóloga -cuyo gremio tiene por misión, recordemos, inspeccionar las partes nobles de las damas, llegando como máximo a los senos- recibió en su consulta a una chica inmigrante de confesión musulmana. Al indicarle que se desnudara para la revisión, la paciente obedeció y quedóse en cueros, mas conservando en su cabeza el hiyab. Ante este hecho, la amiga ginecóloga de mi compañera le exigió que se desprendiera del pañuelo, a lo que la afectada se negó. Insistió nuevamente, y volvió a negarse. Tras un tercer y ya más contundente exhorto, la examinada se quitó el velo, pronunciando antes, alterada, la siguiente sentencia: hoy tú me haces quitarme el pañuelo, pero mañana yo seré quien te obligue a ponértelo.
Concluido el relato -convenientemente teatralizado con un énfasis que haría las delicias del mismísimo Stanivlaski-, en nuestro corrillo se desató la indignación. Pronunciáronse exclamaciones sobre la intransigencia de la mora, rasgáronse vestiduras acerca del futuro de nuestra cultura judeocristiana.
Yo, apurando mi té, convine en censurar las palabras de la foránea, aunque no pude resistirme a reseñar que, tal vez, en lo desafortunado de la respuesta tuviera algo que ver la injustificable actitud de la médica, al no constar en qué podía interferir que la joven magrebí tuviera la cabeza cubierta si de lo que se trataba era de examinarle el coño -me encanta recurrir al taco en ciertas circunstancias-. Que igual -rematé-, la paciente se sintió comprensiblemente humillada por tan gratuita como xenófoba imposición, y por ese motivo salió por peteneras.
Mi observación no tuvo el más mínimo eco, así que le di un bocado a mi ensaimada y me concentré en la lectura de un diario deportivo. A mi alrededor, entre aspavientos, España seguía desintegrándose.
EFectivamente, no entiendo para qué coño (y nunca mejor dicho) necesitas desnudarte entera para una revisión ginecológica. En mis visitas a los distintos ginecólogos y matronas no he necesitado nunca desnudarme de cintura para arriba, no sé por qué aquella ginecóloga actuó así. Y si es cierto que la reacción de la chica musulmana fue algo dura, era para haberle dicho de marrana racista para arriba.
En el fondo, lo que importa en estos casos es ir bien lavaíca y con los pelos recortaos, qué porras.
xDDDDDDDD
Encuentro más necesario el lavado que la peluquería, que, al fin y al cabo, no deja de ser un detalle estético hacia el ginecólogo/a, y, por tanto, puede ser prescindible :P
Respecto a lo demás, tienes toda la razón. España cañí, querida.
MUAKS.
...bien mirado es lógica su argumentación .
Yo también encontraría rarísimo que dado el caso de persistentes migrañas me dirigiera a un neurólogo y este me pidiera insistentemente que me quitara las bragas.
En la consulta se hace lo que te pide el médico.
*MK, se han dado bastantes casos como el que describes. Lamentable, pero cierto.
*Pablo, si tu dentista te dice que te bajes los pantalones y te pongas a cuatro patas, que te va palpar la próstata, ¿lo harías? :)