Nota: España, finales de los años cuarenta. Tarsicio y Mari Pili son una pareja de jóvenes -ella, de clase humilde; él, pudiente- a punto de contraer matrimonio. A efectos de escoger el dormitorio conyugal, se dirigen a una tienda de muebles en compañía de Roque y Fernanda, padres de Tarsicio, y Patricia, madre de Mari Pili. Tarsicio alberga secretas tendencias homosexuales y muestra poco interés por las curvas de su futura esposa, que, a su vez, apenas le mira, ya que está enamorada del padre José, un atractivo fraile alojado en la pensión que regenta junto a su progenitora, y con quien ha de representar próximamente una comedia musical escrita por Tarsicio.
TARSICIO.- Bueno, yo os lo aviso: si Corcuera me falta al respeto, lo echo...
FERNANDA.- Por Dios, olvídate de la función ahora... (Saluda al MUEBLISTA). Hola, Millán...
ROQUE.- ¿Qué tal, hombre? (Los hombres se palmean las espaldas). Bueno, aquí tienes a mi chico... (Más palmadas). Su prometida... Y aquí... nada, la madre de la prometida...
MUEBLISTA.- Estupendo, estupendo... Señora... Todo preparado, adelante, adelante... Claro, queda a decidir el dormitorio... ¿Cama matrimonial o dos camas gemelas? Por aquí...
PATRICIA.- ¡Qué pregunta!... ¡Cama matrimonial!
FERNANDA.- Patricia, por favor, son ellos quienes deben decidir. ¿Tú qué dices, Tarsicio?
TARSICIO.- Yo lo moderno, dos camas...
MUEBLISTA.- (Sin que nadie le haga caso, ponderará el estilo, la madera, las telas, etcétera..., de acuerdo con el decorado).
FERNANDA.- (Con ternura) ¡Qué bobo eres, hijo!...
ROQUE.- ¡Menudos saltos váis a pegar aquí!
FERNANDA.- Si depende de tu Tarsicio, no creo... ¿Y tú, qué dices?
MARI PILI.- Ah, yo lo que diga Tarsicio... Y mejor todavía dormiremos separados.
MUEBLISTA.- (Sigue sus explicaciones).
ROQUE.- ¿Dormitorios separados?
PATRICIA.- Si me lo da el corazón... Si tengo un pálpito... A mí, esta boda...
MARI PILI.- No empieces, mamá... Es mucho más higiénico.
ROQUE.- Y más caro...
TARSICIO.- Tienes razón. Además, como yo ronco mucho... Aparte, yo no sé por qué le dáis tanta importancia al dormitorio. ¿Total, para qué sirve un dormitorio?
ROQUE.- ¿Pero tú lo estás oyendo?
TARSICIO.- Lo importante es el salón... (Al MUEBLISTA). A ver, ¿dónde está el salón?
MUEBLISTA.- Por aquí... (Sigue con sus explicaciones técnico-artísticas, sin que nadie le preste atención).
ROQUE.- ¿El salón? ¿Importante el salón para unos recién casados?
MARI PILI.- El sitio donde se hace la vida, ¿no? Bueno, pero el comedor, aparte...
PATRICIA.- Con la educación que le he dado yo a esta hija...
TARSICIO.- ¡Ah, el sofá, mira qué bien! (Se sienta; la sienta). Bárbaro, bárbaro... Imagínatelo: por la tarde, llego a casa, me pongo la bata, viene el gato...
MARI PILI.- Nada de gato...
TARSICIO.- Bueno... Yo cojo el ABC, tú vienes de la cocina...
MARI PILI.- ¿Por qué tengo que estar en la cocina?
TARSICIO.- Es un decir... Estás aquí, a mi lado. Llegan las diez, oímos el parte de Radio Nacional de España y...
MARI PILI.- (Lo mismo). No. Yo, la gramola. ¿Dónde está la radio gramola?
PATRICIA.- ¿Y yo?
MARI PILI.- Se vendrá a vivir con nosotros, ¿no?
TARSICIO.- Ah, bueno... Pues nada, usted estará en su cuarto...
PATRICIA.- Ya. (Da un paso hacia TARSICIO). Un cuarto con ventana al patio, claro...
TARSICIO.- Pues...
PATRICIA.- ¡Miserable!
TARSICIO.- ¡Mis partes, papá, me ha dado en mis partes!
ROQUE.- Déjame ver, hijo...
FERNANDA.- ¡Habráse visto la bestia!
MARI PILI.- Mamá, no tienes derecho... Parece mentira...
PATRICIA.- Ah, entonces, a ti no te importa que metan a tu madre en un zaquizamí...
MARI PILI.- ¡Pero si Tarsicio ni siquiera ha dicho la palabra patio! Es que eres imposible, mamá...
MUEBLISTA.- Aquí, en el aseo... Lo mejor es el agua fría... Que meta los testículos en la pila...
FERNANDA.- Porque soy una señora, que si no... Los ojos le sacaba a usted, por mala...
PATRICIA.- Ah, ¿sí? Pues ahora me voy...
MARI PILI.- Mamá... Mamá...
¿Qué tal?
ROQUE.- Fuera, mujeres fuera... (A TARSICIO, abriendo el grifo). Lo malo es si te viene una orquitis...
TARSICIO.- Pero, ¿cómo voy a meter los huevos en el lavabo?
¿Qué es la orquitis?
ROQUE.- Que se te ponen los huevos como quesos de bola. Y luego no puedes tener hijos...
TARSICIO.- Ah, bueno...
ROQUE.- Vamos a ver... Súbete a esa banqueta.
Un momento... (Investiga). Pero... (hace un movimiento brusco).
TARSICIO.- ¡Aiiiiiiiiiiiii!
ROQUE.- Pero, entonces, tú no descapullas...
TARSICIO.- Salvaje...
ROQUE.- Claro, ¡así se comprende lo de las dos camas, los dos cuartos!... O sea, que tú...
TARSICIO.- ¡Qué daño me has hecho, papá!...
ROQUE.- Bueno, esto se arregla rápido. Tú descapullas aquí mismo, como me llamo Roque... Cógetela, vamos...
MARI PILI.- (Off). Tarsicio... ¿Qué tal va?
ROQUE.- (Hacia la puerta). Bien, bien... (A TARSICIO). Pobre muchacha... Menuda luna de miel si no llego a enterarme... ¡Que te la cojas!
TARSICIO.- Pero, ¿para qué?
ROQUE.- Trae aquí...
Así... Agarra fuerte, sin miedo... Y ahora, a la de tres, tiras para atrás con toda tu alma... Venga: una, dos y ¡tres!
TARSICIO.- ¡Aiiiiiiiiiiiiiiiiiii!
ROQUE.- Ya está, completamente descapullado.
Secuencia 9
Tienda de muebles. Interior. Día.
El MUEBLISTA, untuoso, viene hacia el grupo.
TARSICIO.- Bueno, yo os lo aviso: si Corcuera me falta al respeto, lo echo...
FERNANDA.- Por Dios, olvídate de la función ahora... (Saluda al MUEBLISTA). Hola, Millán...
ROQUE.- ¿Qué tal, hombre? (Los hombres se palmean las espaldas). Bueno, aquí tienes a mi chico... (Más palmadas). Su prometida... Y aquí... nada, la madre de la prometida...
MUEBLISTA.- Estupendo, estupendo... Señora... Todo preparado, adelante, adelante... Claro, queda a decidir el dormitorio... ¿Cama matrimonial o dos camas gemelas? Por aquí...
(Los guía a través del establecimiento. PATRICIA, ofendida).
PATRICIA.- ¡Qué pregunta!... ¡Cama matrimonial!
(El MUEBLISTA y ROQUE se han adelantado, charlando entre ellos. FERNANDA, molesta).
FERNANDA.- Patricia, por favor, son ellos quienes deben decidir. ¿Tú qué dices, Tarsicio?
TARSICIO.- Yo lo moderno, dos camas...
(El MUEBLISTA se ha detenido ante un dormitorio con una cama).
MUEBLISTA.- (Sin que nadie le haga caso, ponderará el estilo, la madera, las telas, etcétera..., de acuerdo con el decorado).
FERNANDA.- (Con ternura) ¡Qué bobo eres, hijo!...
(ROQUE ya está tumbado en el lecho, dando botes; roza la procacidad al comentar:)
ROQUE.- ¡Menudos saltos váis a pegar aquí!
FERNANDA.- Si depende de tu Tarsicio, no creo... ¿Y tú, qué dices?
(MARI PILI, desenfadada, sonríe para hacer menos brutal su respuesta).
MARI PILI.- Ah, yo lo que diga Tarsicio... Y mejor todavía dormiremos separados.
(El MUEBLISTA ha pasado a un dormitorio contiguo).
MUEBLISTA.- (Sigue sus explicaciones).
(ROQUE se levanta de la cama, pasmado).
ROQUE.- ¿Dormitorios separados?
(PATRICIA, ominosa).
PATRICIA.- Si me lo da el corazón... Si tengo un pálpito... A mí, esta boda...
MARI PILI.- No empieces, mamá... Es mucho más higiénico.
ROQUE.- Y más caro...
(TARSICIO defiende la postura de MARI PILI).
TARSICIO.- Tienes razón. Además, como yo ronco mucho... Aparte, yo no sé por qué le dáis tanta importancia al dormitorio. ¿Total, para qué sirve un dormitorio?
(ROQUE, a FERNANDA, asombrado).
ROQUE.- ¿Pero tú lo estás oyendo?
(FERNANDA se limita a hacer un justo gesto, porque TARSICIO sigue).
TARSICIO.- Lo importante es el salón... (Al MUEBLISTA). A ver, ¿dónde está el salón?
MUEBLISTA.- Por aquí... (Sigue con sus explicaciones técnico-artísticas, sin que nadie le preste atención).
(Todos tras el MUEBLISTA y TARSICIO, que ha cogido del brazo a MARI PILI).
ROQUE.- ¿El salón? ¿Importante el salón para unos recién casados?
MARI PILI.- El sitio donde se hace la vida, ¿no? Bueno, pero el comedor, aparte...
(ROQUE busca la mirada de PATRICIA, que se lamenta, siguiendo al MUEBLISTA, que los guía al "salón").
PATRICIA.- Con la educación que le he dado yo a esta hija...
(TARSICIO tira de MARI PILI hacia un tresillo).
TARSICIO.- ¡Ah, el sofá, mira qué bien! (Se sienta; la sienta). Bárbaro, bárbaro... Imagínatelo: por la tarde, llego a casa, me pongo la bata, viene el gato...
(Hasta el MUEBLISTA mira a la pareja, pasmado).
MARI PILI.- Nada de gato...
TARSICIO.- Bueno... Yo cojo el ABC, tú vienes de la cocina...
(MARI PILI, implacable).
MARI PILI.- ¿Por qué tengo que estar en la cocina?
TARSICIO.- Es un decir... Estás aquí, a mi lado. Llegan las diez, oímos el parte de Radio Nacional de España y...
MARI PILI.- (Lo mismo). No. Yo, la gramola. ¿Dónde está la radio gramola?
(Se levanta TARSICIO para mirar a su alrededor y se planta ante él PATRICIA, muy ágil a pesar del zapato ortopédico).
PATRICIA.- ¿Y yo?
(TARSICIO no comprende, mira a MARI PILI, que dice algo que debe ser obvio).
MARI PILI.- Se vendrá a vivir con nosotros, ¿no?
(TARSICIO decide sobre la marcha).
TARSICIO.- Ah, bueno... Pues nada, usted estará en su cuarto...
PATRICIA.- Ya. (Da un paso hacia TARSICIO). Un cuarto con ventana al patio, claro...
TARSICIO.- Pues...
(Y no puede decir más, porque PATRICIA le suelta una patada impresionante con el zapato ortopédico y le da justo en la horcajadura).
PATRICIA.- ¡Miserable!
(TARSICIO, las manos en el bajo vientre, salta y ulula).
TARSICIO.- ¡Mis partes, papá, me ha dado en mis partes!
(En el revuelo, ROQUE auxilia a TARSICIO, FERNANDA protesta, MARI PILI censura a su madre).
ROQUE.- Déjame ver, hijo...
FERNANDA.- ¡Habráse visto la bestia!
MARI PILI.- Mamá, no tienes derecho... Parece mentira...
(Se engalla PATRICIA).
PATRICIA.- Ah, entonces, a ti no te importa que metan a tu madre en un zaquizamí...
MARI PILI.- ¡Pero si Tarsicio ni siquiera ha dicho la palabra patio! Es que eres imposible, mamá...
(Y se apresura tras el MUEBLISTA, que guía a padre e hijo).
MUEBLISTA.- Aquí, en el aseo... Lo mejor es el agua fría... Que meta los testículos en la pila...
(FERNANDA carga contra PATRICIA).
FERNANDA.- Porque soy una señora, que si no... Los ojos le sacaba a usted, por mala...
PATRICIA.- Ah, ¿sí? Pues ahora me voy...
(Y, en efecto, se larga muy airosa dando grandes zapatazos en el suelo).
MARI PILI.- Mamá... Mamá...
(Pero desiste y vuelve hacia el cuarto de aseo, abre la puerta).
¿Qué tal?
(ROQUE la cierra).
ROQUE.- Fuera, mujeres fuera... (A TARSICIO, abriendo el grifo). Lo malo es si te viene una orquitis...
TARSICIO.- Pero, ¿cómo voy a meter los huevos en el lavabo?
(Subiéndose a un taburete, se inquieta).
¿Qué es la orquitis?
(ROQUE vigila el nivel del agua en el lavabo).
ROQUE.- Que se te ponen los huevos como quesos de bola. Y luego no puedes tener hijos...
(Parece que la información tranquiliza a TARSICIO).
TARSICIO.- Ah, bueno...
ROQUE.- Vamos a ver... Súbete a esa banqueta.
(Debe descubrir algo extraño en los genitales de TARSICIO, porque cambia de opinión).
Un momento... (Investiga). Pero... (hace un movimiento brusco).
TARSICIO.- ¡Aiiiiiiiiiiiii!
(ROQUE, estupefacto, levanta la mirada, y encuentra la de TARSICIO en el espejo).
ROQUE.- Pero, entonces, tú no descapullas...
TARSICIO.- Salvaje...
(ROQUE se pone serio).
ROQUE.- Claro, ¡así se comprende lo de las dos camas, los dos cuartos!... O sea, que tú...
TARSICIO.- ¡Qué daño me has hecho, papá!...
ROQUE.- Bueno, esto se arregla rápido. Tú descapullas aquí mismo, como me llamo Roque... Cógetela, vamos...
MARI PILI.- (Off). Tarsicio... ¿Qué tal va?
ROQUE.- (Hacia la puerta). Bien, bien... (A TARSICIO). Pobre muchacha... Menuda luna de miel si no llego a enterarme... ¡Que te la cojas!
TARSICIO.- Pero, ¿para qué?
ROQUE.- Trae aquí...
(Por sus gestos, ROQUE ha debido obligar a TARSICIO a cogerse el pene).
Así... Agarra fuerte, sin miedo... Y ahora, a la de tres, tiras para atrás con toda tu alma... Venga: una, dos y ¡tres!
(Evidentemente, es ROQUE quien tira).
TARSICIO.- ¡Aiiiiiiiiiiiiiiiiiii!
(Terminado el alarido, la voz satisfecha de ROQUE).
ROQUE.- Ya está, completamente descapullado.
*J., J. y C. son tres de mis amigos que, pese a no conocerse entre sí, tienen algo en común: carecen de prepucio. Según me han contado, de pequeños padecían una contumaz fimosis de la que sólo se libraron gracias al frío escalpelo. Como yo me salvé de tal defecto, y ni soy hebreo, ni anglosajón, ni formo parte de los Borbones, puedo presumir de hallarme tan entero como el día que vine al mundo. Aún así, solidario, quiero homenajear a mis camaradas con un fragmento del guión original de La corte de Faraón, de José Luis García Sánchez, en que el genial Rafael Azcona hace sufrir a Tarsicio (Josema Yuste) una descarnada operación de frenillo a manos de Roque (Fernando Fernán Gómez), su expeditivo padre. Completan la escena Ana Belén, Mary Carmen Ramírez y María Luisa Ponte, en los papeles respectivos de Mari Pili, Fernanda y Patricia, al principio detallados. La comedia, en suma, hecha oro puro. Va por ellos y por ustedes.
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