Byck, desempleado, divorciado y con problemas psiquiátricos, se llevó por delante a George Neal Ramsburg, policía del aeropuerto Baltimore, y al copiloto del vuelo, Fred Jones. Hirió también al comandante, Reese Loftin. Con el segundo de a bordo muerto y el piloto con un disparo en el hombro, pretendió que una pasajera, a punta de pistola, ayudara a manejar el avión. Tras forcejear con una azafata, fue abatido a tiros por el agente Charles Troyer, que utilizó el arma del ya inerte Ramsburg. Agonizante, Byck se voló los sesos en el suelo de la cabina con el revólver del 22 que había robado a un amigo. Horas antes, había enviado por correo varias cintas magnetofónicas a diferentes personalidades de renombre -entre ellas, el músico Leonard Bernstein- en las que detallaba las razones que le movían a perpetrar el frustrado magnicidio.
En 2004, la patética historia fue llevada a la pantalla por Niels Mueller, producida -entre otros- por Alfonso Cuarón y Leonardo DiCaprio. El papel del don nadie Byck recayó en un más que brillante Sean Penn, acompañado para la ocasión por los excelentes secundarios Don Cheadle, Naomi Watts y Jack Thompson.
Una obra no ya recomendable, sino meramente imprescindible, que muestra la cara B del llamado sueño americano. No se la pierdan.
Pa la saca, ¿pero el avión se estrella?.
Hombre, dado que Nixon murió en 1994, es evidente que no.
Pero no te la pierdas. Vale la pena.
Me refería a si se estrellaba al estar el comandante herido, no en si lo hacia contra la Casa Blanca, aunque quizás es que no llego a despegar... independientemente del desenlace veré la película.
El avión no despega. No te chafo nada, porque, de haberlo hecho, la cosa sería más que conocida.
Don't lose it :)