De melena aleonada y amante de los estampados imposibles, la pelirroja Ferguson pasó así a aportar un saludable toque camp a las desventuras de los envarados Windsor, esa familia a cuyos antepasados debió mirar un tuerto hace centurias. Según las malas lenguas, ejerció nefasta influencia en su cuñada Diana, con la que compartió las tirrias del inclemente Felipe de Edimburgo, que jamás tragó a sus nueras.
Tras el nacimiento de sus hijas Beatriz y Eugenia, la pareja ducal escogió 1992 para anunciar su separación, aquel mismo annus horribilis en que los Gales también partieron peras. A partir de entonces, la impagable Fergie ha dedicado su tiempo a publicar cuentos infantiles, lucir efímeros romances con condes italianos y, sobre todo, promocionar productos adelgazantes a ambas orillas del Atlántico -lleva más de treinta años luchando contra un metabolismo tendente a la inflación más contumaz, recibiendo por ello en su día el tremendo apodo de duchess of Pork-. Por si todo esto fuera poco caramelo para los tabloids, la antigua consorte arrastra hace lustros una situación económica más que precaria derivada de unas deudas cuyos intereses no paran de multiplicarse.
En las últimas semanas, el nombre de la Ferguson ha venido ocupando miles de titulares a raíz de un mayúsculo escándalo de tráfico de influencias destapado por una filmación de cámara oculta en que, acuciada por los pagarés, aparece pidiendo 500.000 libras a un supuesto empresario árabe a cambio de ponerle en contacto con su ex marido, alto representante del Reino Unido en materia de comercio exterior. Lo que la incauta Fergie no sabía es que a quien prometía pingües beneficios, en realidad, era a Mazher Mahmood, travieso reportero del amarillo News of the World que ya en 2001 puso contra las cuerdas a Sophie Rhys-Jones, esposa del controvertido Eduardo, el menor de los vástagos reales.
Pillada en falta, la afectada ha puesto pies en polvorosa volando a Nueva York tras disculparse por su reprobable acción. El pifostio, aún así, ha alcanzado dimensiones tan colosales que el propio Andrés ha tenido que desmarcarse públicamente negando cualquier conocimiento del asunto.
A su provecta edad, la pobre Isabel ya no sabe a dónde mirar, harta de que le crezcan los enanos. Su marido, en cambio, debe estar pasándoselo en grande.
*En este enlace, el diario hondureño La Prensa ofrece la grabación del sucedido en su canal de Youtube. Combinando la teatralidad de la voz en off con una traducción del inglés excesivamente literal, el rotativo caribeño consigue transformar lo sombrío en descacharrante. No se lo pierdan.
Madre mía. Me da como una vergüenza ajena. Lo tienen todo y lo único que saben hacer con sus vidas es fabricar deudas. Pa qué. Me daría pena si no fuese porque ocupo la pena en otras cosas.
Jo.
Yo es que siempre fui muy de Fergie. Si tuviéramos personajes así en nuestra F.R., sería monárquico a ultranza. No me negarás que Letizia, a su lado, es más aburrida que la carta de ajuste.
Ay, lo que echaremos de menos a Marichalar...
Lo que más me divirtió de las aventuras de Fergie fue el insistente rumor de que protagonizaría un biopic cinematográfico de la reina Boidacea. Reina celta que acostumbraba a combatir desnuda del lado de sus tropas. Luego no ocurrió, pero por ganas de ella seguro que no fue.
Pues no lo sabía, pero me cuadra con el personaje. Aún recuerdo sus fotos en "top-less" con el italiano...
Esta mujer tiene un "DEC", sin duda alguna...