L'Oiseau Blanc*

Posted by : Le poinçonneur | 26 abr 2010 | Published in


Plaqués sur leur siège, les passagers resentent una puissante accelération. Sous les 70 tonnes de pousée de ses quatre Olympus, Concorde s'elève. Tres ràpidement, la postcombustion est coupée por respecter les procédures antibruit au-dessus des villes. Le nez est repositionée dans l'axe du fuselage. Moins de quinze minutes après le décollage, le supersonique passe Le Havre à environ 9.000 mètres. Concorde s'éloigne vers le large. La postcombustion est rallumée.

Le machmètre s'emballe: 0,97...0,98...0,99. Moment critique. Concorde atteint Mach 1, la vitesse du son. Et il ne se passe rien...à la grande deception de certains passagers. Aucune secousse, aucun bang sonique audible dans l'avion. Quelques passagers applaudissent. L'accéleration de l'appareil tend à modifier l'equilibre entre le centre de pousée et le centre de gravité, et donc a faire piquer le nez de l'avion. Pour compenser l'assiette de Concorde, le mécanicient navigant doit mantenir un équilibre entre les différents réservoirs. À ce moment précis, il bascule 10 tonnes de carburant de l'avant vers l'arrière de l'appareil. Ce rééquilibrage est mantenu pendant toute le durée du vol à vitesse supersonique. Concorde accélere encore et continue a s'élever à mesure qu'il s'allège en carburant. L'avion passe Mach 2 une heure après avoir décollé. Il se déplace aussi vite qu'une balle de fusil.

Concorde. Fréderic Beniada y Michael Fraile. EpA/Hachette-Livre, 2005.

*Desde que tengo uso de razón, el BAC-Aérospatiale Concorde ha despertado en mí una fascinación equivalente a la maravilla de sus soluciones técnicas, aún inigualadas a casi medio siglo de su concepción inicial. Por velocidad, diseño y elegancia, el viejo pájaro blanco merece lugar de honor en el corazón de cualquier aficionado a la aviación. Qué mejor manera de glosarlo que con un fragmento de la excelente monografía que el piloto Fréderic Beniada y el fotógrafo Michael Fraile le dedicaron hace unos años. Vayan estas líneas, de paso, en recuerdo de las víctimas de la tragedia del 25 de julio de 2000, de la que pronto se cumplirá una década.

El libro, por cierto, me lo regaló mi mujer, sabedora de mi obsesión, el año pasado, después de un viaje a Sudáfrica en que hizo escala en París-Charles de Gaulle. Uno más de los miles de detallistas motivos por los que, de mi rubia, y después de tres lustros, sigo no ya enamorado, sino perennemente atontolinado.

(5) Comments

  1. Rubens said...

    Para confirmar tu Concordepassion, podías habernos sazonado la entrada con una instantánea de la replica 1x¿? que tienes de tal magnánimo pájaro de hierro.

    Ya sabes que disfruto visionando los objetos de culto que tienes en tu haber.

    26 de abril de 2010, 20:14
  2. Blue said...

    No me extraña tu "atontolinamiento". No solo te hace regalos sino que, además, acierta.
    Saludos.

    26 de abril de 2010, 23:18
  3. Le poinçonneur said...

    *Rubens, ahora mismo no sabría decirte la escala del G-BOAD que tengo en casa. Tendrías que haber visto la cara del encargado de la boutique de regalos del Intrepid Sea-Air-Space Museum de Manhattan cuando vio al freak que se gastaba 180 dólares en un avión que llevaba meses criando polvo en la estantería. Me regaló un montón de bolis y casi me hace la reverencia.

    Por cierto, que la vuelta con el bicho como equipaje de mano en una caja de un metro de largo fue un coñazo absoluto, escalas incluidas. Tendrías que haber visto la cara del guarda de seguridad de Newark cuando pasó la caja por los rayos X y vio el cacharro en la pantalla xD

    *Blue, no siempre acierta -me ha regalado cada cosa...-, pero hasta en sus peores momentos, siempre ha valido la pena. Siempre.

    MUAKS.

    27 de abril de 2010, 0:12
  4. alex said...

    Icono de mi infancia el Concorde. Mal final para una bonita historia.

    27 de abril de 2010, 18:58
  5. Le poinçonneur said...

    Ciertamente. Y la culpa fue de aquel puñetero DC-10.

    Lástima.

    28 de abril de 2010, 0:19