Un día, hace ahora cuatro años, una persona muy cercana, mucho, al presidente me dijo:
-Te va a parecer una exageración, pero yo creo que a José Luis, a fondo, a fondo, no lo conoce ni Sonsoles.
Acaba pues de anunciar su retirada un hombre al que no conocemos. Entró como un enigma y se va como un enigma. Pero sabemos de él algunas cosas: por ejemplo, que es el primer presidente de izquierdas que ha gobernado este país desde la democracia; que le ha interesado más la política que el poder; que no ha sabido o no ha querido llevarse bien con los medios de comunicación (y que dio libertad a aquéllos a los que podía controlar (TVE); que durante sus mandatos se ha avanzado en temas de igualdad y derechos civiles más que en los últimos cien años; que es una rara mezcla de ingenuidad y astucia, de humildad y arrogancia; que al menos durante su primera legislatura se creía todo lo que decía; que es un feminista radical. Sabemos también que la derecha, a la que nadie ha irritado tanto como él, ha dicho que su capacidad para el Mal (con mayúsculas) carece de límites, que es un tontiloco, que sus formas suaves ocultan a un lobo sediento de sangre, que es un resentido, un simulador, un visceral con obsesiones políticamente inconfesables, que es un inconsistente, un tonto, un inútil, un bobo, un incapaz, un acomplejado, un cobarde, un prepotente, un mentiroso, un inestable, un desleal, un perezoso, un pardillo, un irresponsable, un revanchista, un débil, un arcángel, un sectario, un radical, un chisgarabís, un maniobrero, un indecente, un loco, un hooligan, un propagandista, un chapucero, un excéntrico, un disimulador, un estafador, un agitador, un fracasado, un triturador constitucional, un malabarista, un mendigo de treguas, un traidor a los muertos...
Juan José Millás, El País, 02-04-2011.
-Te va a parecer una exageración, pero yo creo que a José Luis, a fondo, a fondo, no lo conoce ni Sonsoles.
Acaba pues de anunciar su retirada un hombre al que no conocemos. Entró como un enigma y se va como un enigma. Pero sabemos de él algunas cosas: por ejemplo, que es el primer presidente de izquierdas que ha gobernado este país desde la democracia; que le ha interesado más la política que el poder; que no ha sabido o no ha querido llevarse bien con los medios de comunicación (y que dio libertad a aquéllos a los que podía controlar (TVE); que durante sus mandatos se ha avanzado en temas de igualdad y derechos civiles más que en los últimos cien años; que es una rara mezcla de ingenuidad y astucia, de humildad y arrogancia; que al menos durante su primera legislatura se creía todo lo que decía; que es un feminista radical. Sabemos también que la derecha, a la que nadie ha irritado tanto como él, ha dicho que su capacidad para el Mal (con mayúsculas) carece de límites, que es un tontiloco, que sus formas suaves ocultan a un lobo sediento de sangre, que es un resentido, un simulador, un visceral con obsesiones políticamente inconfesables, que es un inconsistente, un tonto, un inútil, un bobo, un incapaz, un acomplejado, un cobarde, un prepotente, un mentiroso, un inestable, un desleal, un perezoso, un pardillo, un irresponsable, un revanchista, un débil, un arcángel, un sectario, un radical, un chisgarabís, un maniobrero, un indecente, un loco, un hooligan, un propagandista, un chapucero, un excéntrico, un disimulador, un estafador, un agitador, un fracasado, un triturador constitucional, un malabarista, un mendigo de treguas, un traidor a los muertos...
Sabemos que ha legislado a una velocidad de vértigo sobre lo visible, pero también sobre lo invisible: durante su primer mandato, por ejemplo, se suprimió la tartamudez como causa de exclusión en el acceso al empleo público, se incrementó en un 30% la inserción laboral de personas con discapacidad, se aprobó la ley que reconocía la lengua de signos (una antiquísima reivindicación del colectivo de sordos) y la asistencia gratuita a personas con discapacidad, sabemos que eliminó de la ley del divorcio la necesidad de que hubiera un culpable... Sabemos que cuando afirmaba que se proponía quitar el poder a los poderosos y entregárselo a los ciudadanos estaba convencido de que podría hacerlo.
Sabemos que le dolía de verdad el hecho de que los ciudadanos solo votasen cada cuatro años, mientras que los poderosos lo hicieran todos los días del año. Sabemos que al poco de llegar a La Moncloa dijo que su biografía estaba por llegar. Sabemos que tenía un lado visionario tan peligroso para él como para los contribuyentes. Sabemos que ese lado visionario fue el que le condujo a creer que estaba destinado a acabar del todo con ETA o a detener el avance de la crisis con solo ordenárselo. Sabemos que en septiembre de 2010 se reunió en Nueva York con los banqueros y los representantes de los fondos de inversión más importantes de EE UU para pedirles árnica. Sabemos que aquella reunión fue lo más parecido a la escena de un presidente constitucional solicitando clemencia ante un Gobierno de facto. Sabemos que a partir de entonces (aunque ya antes) Zapatero empezó a hacer todo lo contrario de aquello en lo que había creído. Sabemos que comenzó a gobernar sin convicción. Sabemos que si en ese momento hubiera dimitido, dejando que hicieran el trabajo sucio quienes creían en la necesidad (y en el placer) de ensuciarse, hoy sería un mito de la izquierda. Sabemos que el destino de todos nuestros presidentes es salir mal de La Moncloa. Sabemos que Zapatero creía que escaparía a ese destino. Ya sabemos que no.
Sabemos que dijo que no nos decepcionaría.
Sabemos que nos decepcionó (quizá que se decepcionó a sí mismo).
Hay una cosa que está mal en esta descripción de logros: desde 1981, el divorcio es España es NO CULPABILÍSTICO. Lo único que hizo con la reforma de la ley del divorcio fue acortar los plazos para poder divorciarse, nada más.
Bueno, supongo que quiere referirse a que cuando es unilateral ya no hay que acogerse a ninguno de los antiguos motivos tasados.
Ya sabes que para los no Letrados -con L mayúscula- las cosas leguleyas son de complicada cita.
Reconociendo que no he seguido su labor tan minuciosamente como para emitir un juicio muy constrastado sobre su gobierno, para mi Zapatero ha hecho lo que buenamente ha podido o le han dejado hacer los Poderes Fácticos de este pais. Si lo deja, como así parece, el recuerdo que deja en mi es el de haber sido un buen presidente para España.
A mí hasta me entristece que alguien que comenzó tan bien acabe tan mal. Después de una primera legislatura de buen nivel, su tardanza en reconocer una crisis que tenía mucho de heredada y su renuencia a tomar unas medidas que ahora llegan casi por improvisación acabarán condenándolo a la mediocridad en los libros de Historia.
Si hubiera actuado a tiempo, otro gallo hubiere cantado, pero visto lo visto, no lo echaré mucho de menos.
Rubalcaba me parece buen recambio pero creo que ya es más que hora de que tengamos una mujer presidenta, así que digamos que soy chaconista. Veremos.