En "El País"

Posted by : Le poinçonneur | 15 mar 2010 | Published in

Belén Esteban es una mujer espontánea. Previsible. Vive en un barrio popular de Madrid, veranea en Benidorm. Nada en su vida sería distinto de lo que le sucede a muchas otras mujeres si no se hubiera cruzado en su destino un torero famoso. Nació entonces la mujer despechada. El personaje de televisión. Sin embargo, a diferencia de otros productos de consumo, Belén Esteban es una mujer vulnerable que no necesita inventarse su vida. Es reality en el sentido más amplio del término. A juicio de los analistas, eso explica que se haya convertido en un fenómeno. La Esteban (ya se ha hecho merecedora de ese sobrenombre) es líder de audiencia en el sector social que más consume televisión. Al menos, los expertos en audiencia no tratan su presencia con un hecho puntual en el planeta de los frikis, le prestan atención.

Se viste con ropa que podría ser de mercadillo. Su maquillaje rara vez aguanta porque las lágrimas se lo emborronan con facilidad. Cuando habla le cuesta conjugar algunos verbos. Y sus modales son vulgares. Pero es toda una estrella mediática. Belén Esteban, que despierta por igual grandes cariños y grandes odios, lleva 10 años como primera figura de la prensa del corazón. Antes se hablaba de ella y de sus asuntos, pero de un tiempo a esta parte es ella en primera persona quien relata a diario el culebrón en que se ha convertido su vida, de la que hace partícipe a la audiencia sin pudor. Y los espectadores que de la misma manera que encumbran a un personaje lo fagocitan, la mantienen en lo más alto. Una década después de abandonar la finca Ambiciones por las infidelidades del torero Jesulín de Ubrique, Belén Esteban sigue siendo un fenómeno mediático. El anuncio de su divorcio ha sido esta semana portada en tres de las cuatro revistas de la crónica social española, relegando a menores otros asuntos como la gala de los Oscar.

El sociólogo Enrique Gil Calvo cree que Belén Esteban permanece en este mundo de consumo rápido porque "su personaje es natural y espontáneo. Lo que más se valora en televisión es que algo sea auténtico, y ella lo es". Y añade: "No se disfraza de nada, triunfa siendo sólo ella misma. En un circo de máscaras y fantasmones ficticios, ella se muestra moralmente desnuda, sin adornos. Una desnudez moral que no es obscena ni impúdica, sino al natural, como un diamante en bruto".

"El nivel cultural de este país es tal que encontrar a alguien que está por debajo satisface a muchos", dice el filósofo Fernando Savater. "Es como las mujeres que tienen una amiga más fea para parecer ellas más guapas", añade.

Belén Esteban, de 36 años, hace de su vida corriente toda una bandera y por eso la gente corriente se identifica con ella y sus problemas. Nunca encontró más adhesiones que cuando ningún diseñador quiso hacerle el traje de novia porque pensaba que le iba a desprestigiar. O cuando se supo que el Defensor del Menor quería impedirle que hablara de la hija que tuvo con el torero. La única concesión que ha hecho a un supuesto glamour ha sido operarse la cara, pero lo ha hecho después de triunfar, no para triunfar.

"Las cadenas buscan personajes muy concretos para sus realities pero ella lo reúne todo", analiza Eduardo García Matilla, experto en televisión y presidente de la consultora Corporación Multimedia. "Hay programas que quieren a alguien agresivo, a un conquistador, a una rompecorazones... pero ella y su vida son todo un culebrón. En el mundo de la televisión en que el cada vez más impera el frikismo, ella siempre produce morbo. Su vulnerabilidad gusta. Es la chica de barrio repudiada por un torero y su familia, la madre coraje que lucha sola por su hija, la mujer que no encuentra el amor, la buena hija, la mujer que lucha contra una enfermedad crónica como es la diabetes... Hubo un tiempo en el que Boris Izaguirre se hizo famoso bajándose los pantalones. No dejaba de ser un personaje ficticio, pero ella es real, no necesita inventarse, creo que por eso le gusta a un grupo muy concreto de gente, pero que son grandes consumidores de televisión".

Y Toño Sanchís, el agente de Belén Esteban lo corrobora :"Muchos piensan que detrás de ella hay un equipo de expertos que le dicen lo que tiene que hacer. No es así. El secreto es su espontaneidad, su pronto, no tener guión. El día que no sea así se acabará su éxito porque dejará de ser ella misma".

Las audiencias avalan su éxito televisivo. La cadena Telecinco ronda unas audiencias en torno al 15% de media, pero los programas en los que ella aparece despuntan. Sálvame Deluxe, del que es copresentadora, tiene una media del 16,7% de audiencia; el Sálvame diario, un 16,7%, y el Mira quién mira, que se emite tras sus actuaciones, alcanzó el 25,3% de audiencia el 10 de febrero.

Las revistas también notan su presencia. Lecturas, con quien mantiene un acuerdo de colaboración, vendió 30.000 ejemplares más el día que mostró la nueva cara de Belén Esteban tras su operación, según su director, Luis Pliego. Y ¡Hola!, que se resiste a sacarla en portada por tener poco glamour, no ha tenido más remedio que hacerle un hueco en el interior.

El reality a lo crudo. Mábel Galaz, El País, ayer.

(3) Comments

  1. marcela said...

    Me encanta que te hayas puntado al fenómeno Belén y le hayas prestado tú portal. Tienes toda la razón; si el público quiere belenes lo mejor es dárselos.
    Lo único que me molesta es que te hayas adelantado, desde ya tienes asegurada mi visita diaria.
    Conduciré tu limusina.
    Un abarzo
    la idiota internacional s.l.

    15 de marzo de 2010, 1:39
  2. Le poinçonneur said...

    Jajaja Marcela, gracias por captar el sentido de estos posts.

    Algo hay de fascinante en una mujer que desde la nada más absoluta acapara más protagonismo que el presidente del Gobierno. ¿Quién soy yo, pues, para negárselo? :P

    Besos.

    15 de marzo de 2010, 1:49
  3. Alex said...

    A mí me sigue danto grima... y miedo.

    19 de marzo de 2010, 17:52