Fueron varios los procesos de negociación con ETA que se vivieron en aquellas etapas, destacando especialmente Argel, a mediados de los ochenta, y, sobre todo, las conversaciones de Aznar con el Movimiento Vasco de Liberación a finales de 1998. Hubo, en torno a ellas, consenso.
Con la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero a la Moncloa, sorpresivamente -o no tanto-, la estrategia de unidad Gobierno-oposición se hizo añicos, y el terrorismo pasó a ser moneda de cambio en urnas y tertulias. El loable intento de poner fin a la violencia no encontró más que palos en las ruedas por parte del PP más aznaril. La caverna mediática acusó al Presidente de ceder lo incedible, de estar, prácticamente, al servicio de la banda armada -llegó a acuñarse el tan usado como infamante zETAp-. El argumento, miserable, se reveló inexistente cuando los etarras pusieron fin a los contactos -autorizados, recuérdese, por el Parlamento-. Hasta un párvulo concedería que, de ser ciertas las imputaciones de la diestra, difícilmente los de la capucha se hubieran levantado de la mesa -¿quién se solivianta cuando todo se le concede?-. Desgraciadamente -porque desgraciado es aquel país que padece la lacra terrorista-, el proceso no llegó a buen término, y ETA volvió a las armas. Lo demás es cosa sabida.
Ahora, cual dejà vu, el exministro del Interior Jaime Mayor Oreja se lanza por peteneras asegurando no sólo que existen nuevos contactos entre ETA y el Gobierno del PSOE, sino que además, hay un acuerdo entre ambas partes para que los socialistas revaliden su mayoría en las próximas elecciones. Aprovecha, además, Mayor para reafirmarse en una de las máximas cavernarias, aquélla que pone al mismo nivel al actual Consejo de Ministros y a la banda asesina, que compartirían idéntico objetivo: la destrucción de España y el actual marco constitucional. Las pruebas de todo, naturalmente, brillan por su ausencia.
Podría llenar mil líneas -sin duda, repetitivas- analizando el asunto desde mis cortas luces, pero me disculparán si, en vez, hago lo que me pide el cuerpo: vomitar.
Cuanta verdad.
Rampantes, además, amigo Juselin.
Qué país este.
Con este elemento de ministro, se acercaron presos etarras a Euskadi por decenas, e incluso se dejó en libertad a uno que, luego, acabó asesinando a otra persona. Este hombre es uno de los ejemplos típicos en la derecha española de doble moral, doble discurso, y de una jeta como un piano, además de dudosas convicciones morales. Desde luego, para este hombre tan católico, la mentira no debe de ser pecado.
¿Acercar presos el PP? ¿Dialogar con ETA? Jorge, parece mentira que digas esas cosas. Te pasa como a mí, que creemos recordarlas, pero, en realidad, nunca pasaron. No tienes más que escuchar la COPE y te darás cuenta de tu error.
Meu Deus.
Todos los gobiernos democraticos de este país, salvo el de Calvo Sotelo (que no debió tener tiempo), han negociado con ETA. No hay nada más legitimo que tratar de acabar con la violencia por el camino que sea. Una vida es demasiado preciosa para preocuparse por métodos. ETA es consciente de que el estado jamás negociará políticamente con ellos. No está legitimado moral y éticamente para tomar decisiones de ese calibre. Y ya que la negociación política es lo único que los asesinos quieren (ellos si se creen legitimados por el pueblo vasco para hacerlo, además de asesinos, idiotas), no es posible llegar a ningún acuerdo. Tal vez, con el paso del tiempo, la banda cambie de rumbo y caras y se den cuenta de lo absurda que es su huida hacia adelante.
Las críticas peperas están a medio camino de la propaganda electoral y la rabieta del que teme que pueda lograrse un acuerdo que les haría más daño que el 11-M. Se trata de ignorarles, sin más.
Atinado análisis, Álex. Atinadísimo.