Es inútil revelar que, a los que oscilamos entre la modernez y el dandismo, lo que en realidad nos pasa es que nos va un cotilleo más que a un tonto un lápiz. Es por ello que gentes como
mi amigo Álex y quien esto escribe nos echamos mano a la billetera en cuanto atisbamos la publicación de perlas como
Lady Blue Eyes: my life con Frank Sinatra,
autobiografía dictada de
Barbara, cuarta consorte de
La Voz tras
Nancy Barbato,
Ava Gardner y
Mia Farrow -el mejor escribano echa un borrón-.
Lista cual galga,
y con la luz más que pagada por gentileza del difunto,
Barbara -ex de
Zeppo Marx-, a sus 85, sabe que su vida importa tanto al público como a mí la de la
Esteban, por lo que se centra, en vez, en detallar con calculada distancia las miserias de un
Sinatra ya en la cuesta abajo y adicto a los Camel sin filtro, al Jack Daniel's y a los peluquines.
La pena es que los más
connaisseurs echaremos de menos lo que la autora, por razones evidentes -ni conocía al divo ni le afectó el asunto- no puede contar: el aterrizaje desesperado de un cornudo
Frankie en Tossa de Mar para arrancar a la
Gardner de la cama de
Mario Cabré, aquel torerito que todos hubiésemos querido ser.
En mi caso es que, como bien sabes, sólo me digno a interesarme por las vidas ajenas cuando tienen algo realmente interesante que contar. Y la viuda de Frankie tiene mucho, ya lo creo.
Pues por eso te lo digo, por eso te lo digo...