Et Dieu...créa la femme (reprise)*
Posted by : Le poinçonneur | 7 feb 2012 | Published in ACORDES, CONFESIONES, GRANDES ÉXITOS, TECHNICOLOR
Aunque pueda resultar indecoroso mentar la carne en Viernes Santo, he iniciado el puente disfrutando de Y Dios creó a la mujer, el divertimento de Roger Vadim que dio lugar, hace cinco décadas, a la entronización de Brigitte Bardot como mito sexual galo por excelencia.
Acuñada por la prensa de la época como la segunda industria francesa más próspera después de la Renault, la Bardot redefine en el filme para los restos el concepto de erotismo: muchas lo han intentado, mas ninguna ha conseguido cimbrearse con el donaire que derrocha la parisina. Jamás, tampoco, unos pies descalzos han sido tan matadores como los que acarician a Christian Marquand a la orilla de la playa.
Viendo al pobre Jean-Louis Trintignant echarse sin remedio en brazos de la perdición, me viene a la memoria la exquisita vertiente musical de la vamp, menos conocida pero tan o más remarcable que la cinematográfica. Es posible, por poner un ejemplo, que haya imprudentes que no sepan que fue su voz, y no la de Jane Birkin, la primera en arrullar a Serge Gainsbourg en el corte original de Je t'aime...moi non plus; yo, que estoy a la que salta, ya hace años que peregriné a Perpinyà en busca de The best of Bardot, aurífero recopilatorio de los principales títulos canturreados por la bombinette.
Es éste, a partir de entonces, uno de mis discos de cabecera, lo cual no está exento de riesgo: en mi familia, desde la noche de los tiempos, nos transmitimos de unos a otros toda clase de patologías cardiovasculares. Ya sea por hipertensión arterial, embolias, arritmias ventriculares o soplos diastólicos, tenemos la glamourosa costumbre de morirnos jóvenes -lo contrario, secretamente, nos parece una ordinariez-. Es por ello que Mariano, mi médico, siempre celador de mi maltrecho metabolismo, me abroncaría sonoramente si supiera que, de vez en cuando, a escondidas, extraigo el The best de su caja y, a través de los auriculares, escucho a bajo volumen Moi je joue cuatro o cinco veces seguidas.
Y es que oír a B.B., entre grititos y suspiros, decirle a uno repetidamente vous êtes mon jouet pone a prueba las capacidades coronarias más contrastadas: qué no hará, ay, con las mías.
*Un chateo nocturno con mi ya imprescindible amiga Maribel me apercibe de la necesidad de recuperar este post antiguo sobre Brigitte Bardot y mi filia perpetua por devenir kleenex de hermosas. Va por todas Vdes., sin las que mi existencia sería, simplemente, un erial.
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Lástima que este pedazo de mujer haya tenido un envejecer tan lamentable (y no lo digo en lo físico, si no en lo mental -acerrima "lepenista", intransigente "animalista,que a lo mejor son dos vertientes de la misma chaladura...-). En fin, qué le vamos a hacer...
No tengo ese problema: para mí B.B. sólo existe hasta mediados de los setenta. Lo demás es un pálido remedo :)