Pretendía publicar un post al respecto de la nueva pero vintage ley del aborto que prepara Ruiz-Gallardón, pero, en vez, me contento con enlazarles a la atinada columna que al respecto publica hoy Elvira Lindo en El País, y que suscribo de pe a pa.
La hipocresía elevada al infinito: tal es la sustancia de ciertas políticas.
Y de ciertos políticos.
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Gallardón, con esa pinta de no haber roto nunca un plato, a mi nuna me engañó. Ya desde su confesada sintonía con Bono (otro que tal), me pareciero siempre dos tipos tan melifluos como peligrosos. Digamos que yo siempre detesté las medias tintas y las "terceras vías", y fui partidario de "el pan, pan y el vino, vino". Y, como todavía tengo memoria, recuerdo perfectamente quién era su padre, uno de los "jabalíes" más peligrosos del parlamento.
Y lo malo es que nos quedan años con esta "morralla"...
Koolau, Gallardón iba de moderado, y ya ves.
Lo peor de este hombre es que tiene toda la pinta de hacer lo que sea para subir en el escalafón, lo que me escama y me escalofría a partes iguales.