Como cada verano -y van ya cuatro-, este libelo baja la persiana con el final de junio. El descanso nos irá bien a todos: a Vdes., por perderme de vista, y a mí, por oxigenar una inventiva siempre renqueante cual economía nacional. Se cierra una temporada curiosa, que algún generoso calificaría como de asentamiento. El ritmo de publicación bajó -atrás queda la fecundidad del novato-, eliminándose de paso las rigideces del pasado -cada día concreto con su sección concreta-. He intentado distraerles, como siempre, con denuedo, contando, de paso, con la inestimable colaboración mensual de mi
Maribel, espero que ya amiga para los restos.
Curiosa ha sido la evolución de las visitas: tras el parón del año pasado -recuerden que cerré con intención de no volver-, los contadores cayeron hasta lo ridículo -de cinco a seis lectores diarios-. Llegué incluso a plantearme la eutanasia panfletera cuando, sin venir a cuento, las cifras se dispararon hasta las varias decenas, con picos de setenta y ochenta. Raro, rarísimo: que hablen los entendidos.
He perdido, probablemente, frescura, y ya no siento el impulso anterior de teclear hasta el infinito. También se da, quizá, una sensación de déja-vu y de que he dicho todo lo que debía, mas, sin embargo, continúo con el gusto de asomarme por aquí. Los comentarios, como ven, casi se han extinguido. La página de Facebook de este pasquín tiene, a buen seguro, algo que ver -es más fácil
gustar que teclear, cosa que no les afeo en absoluto-.
Finalizando quiero, como siempre, agradecer su confianza, afecto y compañía a quienes por aquí han pasado estos meses -más, como es natural, a los incondicionales-. A todos, parroquianos y puntuales, mis mejores deseos para la estación cálida.
Nos vemos en septiembre.
LP
que pases un feliz verano,nos vemos en septiembre,con ganas renovadas.
Bsts
Bueno, hasta septiembre.
visitaremos tu face, querido.
Besos.
Pues nada, hasta septiembre, amigo. Que tengas un feliz verano, y "que no nos pase na", porque están las cosas pa ponerse a temblar
Imperdonablemente aún no os había dado las gracias a los tres, tanto por vuestro comentario como, sobre todo, por vuestra compañía.
Disfrutad del estío y cargad todas las pilas cargables.
Besos :)
No hace mucho tiempo Rosa, amiga por la que siento devoción, justificó el decenso de posteos en su blog de un modo certero y original: "El vídeo mató a la estrella de la radio". Un nuevo formato se abre paso y barre con todo lo anterior, en especial con todos aquellos que llevabamos años (en mi caso y en el de mis contactos virtuales desde 2005 si no más allá) lanzando ideas a la nada. La blogosfera no morirá, sólo cambiará su carácter, sus modos, su forma de susurra al oído de otro. La complicidad que proporciona un libro de papel no la puede suplantar un e-book. Del mismo modo un blog tiene una parcela de intimidad con la que Facebook y Twitter ni siquiera son capaces de soñar. Persevera pues.