El concepto
Shooting Brake -
Break de Chasse, para los franceses- nació para el automovilismo cuando, a mediados de los 60,
David Brown -propietario de Aston Martin y experto cazador- expuso a sus ingenieros el fastidio que le suponía no poder acudir en su DB5 a sus batidas cinegéticas. Con la contundencia que da el poder -era, al fin y al cabo, el jefe- les pidió que le desarrollaran un deportivo igual de rápido, pero en el que pudiera transportar perros, escopetas y demás impedimenta campestre. Los técnicos, obedientes, cumplieron sus órdenes en menos que canta un gallo, proveyendo al sibarita británico de
una exquisita máquina para lucirse en la campiña. Como es lógico, el capricho de
Brown causó sensación entre sus pudientes pares, por lo que Aston se vio obligada a encargar al carrocero
Harold Radford una corta serie de 12 ejemplares que volaron como caramelos frente a escuelas. Inútil revelar, por previsible, el precio que alcanzan hoy en las subastas de clásicos.
Vinieron después legión de imitadores, desde el
Lancia Beta Coupé HPE al
Volvo 480, pasando por el más reciente
BMW Z3. Otros, como el
Peugeot 504 Riviera, no pasaron de la fase de concepto. Familiares, todos, para gentes sin familia, o que, al menos, disponen de otros automóviles más mundanos para desplazar a su prole. Dandismo sobre ruedas, en tres palabras.
Ahora, la Ferrari de
Montezemolo se descuelga con el FF, un
shooting destinado a sustituir al poco afortunado
612 Scaglietti. Motor de 12 cilindros en V, 660 CV, tracción total y casi 5 metros de longitud son las señas de un modelo destinado a aquellos
connaisseurs que, vividos, jamás cometerían la ordinariez de cargar esquís o palos de golf en algún engendro SUV de última hornada.
Arriba tienen una foto de la nueva perla de Maranello;
aquí, el vídeo oficial de su desarrollo. Agucen la vista, y, sobre todo, el oído.
FOTO: FERRARI.