Mi tío (edición homenaje)*

Posted by : Le poinçonneur | 12 mar 2012 | Published in


Dentro de unas semanas, mi tío Manuel cumple los 83.

No se ha quitado el bigote desde que hizo la mili. Con él, deviene un híbrido entre David Niven y el padre de Julio Iglesias.

Llegó a Barcelona soltero, aún reciente la posguerra. Trabajó en lo que encontró. Según me cuenta, -a lo que dice hay que concederle un 50% de credibilidad-, se recorrió todas las casas de putas del Barrio Chino. El polvo salía a duro. Al final, acabó intimando con una gallega. La que es hoy mi tía, mientras tanto, lo esperaba en su pueblo andaluz bordando el vestido de novia.

De pequeño, me enseñó a tirarme pedos de la manera más sonora posible. No le importaba que mi abuela -su suegra- estuviera presente.

Es capaz de comerse guindillas picantísimas sin echar una sola lágrima. La leche, sin embargo, le sienta como un tiro desde que lo operaron de una úlcera, poco antes de nacer yo.

No tiene inconveniente en bajarse los pantalones en una reunión familiar si lo juzga menester. He sido testigo de ello en varias ocasiones.

Ya jubilado, le dio por ir solo a la playa nudista. Siempre negó que fuera a hacer de mirón.

Echa sal a las naranjas.

Se sacó el carnet yendo para cincuentón. Tuvo un 127 verde hierba hasta el 86, en que lo cambió por un Opel Corsa blanco que dio de baja el año pasado, según él, en estado impecable. El coche, en realidad, se caía a pedazos. Aunque su modo de conducir me recordaba a Los autos locos, jamás tuvo un accidente. Tampoco pinchó una rueda.

Pasa las tardes tumbado en el sofá viendo El diario de Patricia.

Hasta hace unos meses no tomaba ni un solo medicamento.

Siempre he sido su sobrino favorito.

De huertos adyacentes, competía con mi padre a ver quién cosechaba los tomates más gordos. No ganó ni un solo año.

En los bares del barrio era el rey de la barrecha.

El único periódico que ha leído en su vida es El Caso.

Escondía las revistas guarras debajo del colchón.

Mi tío Manuel, a qué decirlo, es uno de mis referentes. No sé qué será de mí el día que me falte.

*Ayer despedimos para siempre -porque no creo en el otro barrio- a mi tío Manuel. En vez de dedicarle una elegía o un texto arrebatado, creo mucho mejor recuperar este antiguo post escrito cuando él estaba vivo y en estado aún aceptable. Se ha ido un connaisseur, y, sin él, el mundo es hoy un poco más aburrido. Por suerte para mí, tomé buena nota de sus enseñanzas ya desde la cuna y pienso aplicarlas hasta que me toque seguirlo.

Estando este sábado mi tío el calavera aún de cuerpo presente, me tomé un
gintonic a su salud; hoy, le dejo estas letras que no le harán justicia.

Manolo, eres grande.

IMAGEN: GAUMONT FILMS.

(6) Comments

  1. alex said...

    Un hombre libre, de esos que hacen bueno el "my way".

    Ánimo. Lamento sinceramente tu pérdida, amigo mío...

    12 de marzo de 2012, 12:41
  2. MEG said...

    Chico, qué bonito. Mejor imposible.

    12 de marzo de 2012, 12:46
  3. Blue said...

    Ooooh, qué pena, qué pena. No me esperaba ese final.
    :-(
    Un gran tipo, pero lo de la sal a las naranjas...no sé, ja, ja.
    Yo también tengo uno con 91 que todavía gasta las suelas de los zapatos en las pistas de baile.
    Un abrazo.

    12 de marzo de 2012, 15:19
  4. Le poinçonneur said...

    Gracias a todos, Manolo era un dandy -a su manera, claro-.

    Y Blue: prueba lo de la sal con las naranjas. Te sorprenderá ;)

    13 de marzo de 2012, 0:35
  5. Blue said...

    No me atrevo...no me atrevo. Es mi fruta favorita. La única que tomo todos los días del año.
    ;-)

    14 de marzo de 2012, 19:03
  6. La Recepcionista

    Yo siempre fui fan suya. Me encantaba su provocación inocente!

    Blue, bravo por tu tío de 91 años. Besos

    LR

    24 de marzo de 2012, 22:39