Geeky Porny Girl

Posted by : Le poinçonneur | 30 nov 2010 | Published in



Vía el siempre confiable blog de Erika Lust, me entero de la existencia de Geeky Porny Girl, una de esas webs de fotografía erótica femenina que tanto me gustan. La página recoge lo mejor de Internet en una composición imprescindible para quienes como yo cultiven, combinadas, las nobles cualidades de salido y connaisseur.

Geeky Porny Girl, por cierto, organiza un concurso de diseño para la nueva camiseta oficial del site. Los más creativos de mis lectores mayores de edad pueden apuntarse aquí.

La cantera gana a la cartera

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Fifty

Posted by : Le poinçonneur | 28 nov 2010 | Published in


Me he encaprichado con acabar el año con, al menos, 50 fans de este libelo en Facebook. Ahora mismo tengo 38. ¿Me conceden la merced?

Anímense, únanse aquí y denme una alegría con que despedir el 2010.

Ali (a.k.a. Mrs McQueen)

Posted by : Le poinçonneur | 27 nov 2010 | Published in

Alibi

Posted by : Le poinçonneur | 26 nov 2010 | Published in


Mina, EMI.

Richard y Liz

Posted by : Le poinçonneur | 25 nov 2010 | Published in

A mí, que no soy Terenci Moix en lo que respecta al amor por el cine clásico, Elizabeth Taylor se me antoja, a estas horas, un trasunto hollywoodiense de Marujita Díaz. No seré yo, empero, quien niegue su trascendencia para el séptimo arte, mas en lo antiguo siempre preferí el celuloide europeo -Truffaut, Berlanga, Malle- al norteamericano, a mis ojos demasiado relamido para interesarme verdaderamente.

Si soy objetivo, me cuesta comprender el mito alrededor de una mujer cuya última película es una de las entregas de Los Picapiedra y que no tendrá en su haber más de una decena de trabajos realmente destacables. Si, por el contrario, me decanto por la subjetividad, no puedo sino adorar a la Taylor y a su vida privada, a todas luces más interesante que la fílmica.

Conrad Hilton Jr., Michael Wilding, Michael Todd, Eddie Fisher, John Warner y Larry Fortensky fueron seis de los incautos que matrimoniaron con la estrella de los ojos violeta, sólo superada en ímpetu casadero por la hoy extremauncionada Zsa-Zsa Gabor -nueve enlaces, incluyendo el falso príncipe Frédéric von Anhalt, cuya sabrosas circunstancias dejo para otro post-.

El interés, sin embargo, queda reservado para Richard Burton, que para Liz fue, sucesivamente, quinto y sexto marido. Se conocieron en 1963 durante el rodaje romano de Cleopatra a las órdenes de Mankiewicz. Él estaba casado con Sybil Williams; ella, con Fisher. Del conocimiento profesional pasaron al carnal a la velocidad del rayo, descuidando el trabajo y convirtiendo Cinecittà en una cama gigante donde dieron rienda suelta a su pasión para desespero de una Fox al borde de la quiebra y cuya salvación dependía del éxito de la película. Cada vez que oigo su voz tengo un orgasmo, llegó a decir ella. Grande fue el desespero de Mankiewicz; mayor, el de Sybil y Eddie, transidos de los cuernos al abandono por vía sumarísima.

Burton y Taylor se casaron en cuanto obtuvieron sus respectivos divorcios. Se separaron en 1974 para volverse a prometer al año siguiente. Doce meses después, nueva ruptura. Entre medio, una de las más intensas y tormentosas historias de amor de la historia de Hollywood.

Ahora, Lumen publica en España El amor y la furia (La verdadera historia de amor de Elizabeth Taylor y Richard Burton), una doble biografía a cargo de los periodistas Sam Khasner y Nancy Schoenberger que ha contado con el asesoramiento de la propia actriz británica. Es de suponer el repaso a las continuas peleas de la pareja, solventadas en huracanadas sesiones sexuales envueltas en los mil diamantes que Burton regaló a su esposa. También, se supone, se contará el encontronazo entre el caniche de la diva y la perla Peregrina, comprada a precio de saldo por el astro galés y que Taylor -díganle tonta- se cuidó, según su costumbre, de conservar tras partir peras.

Richard Burton murió en un pequeño pueblo suizo el 5 de agosto de 1984. Pocos días antes, había escrito una carta. La misma carta de amor que Liz Taylor se encontró en su buzón tras regresar del funeral de quien fue el hombre de su vida.

Street art

Posted by : Le poinçonneur | 24 nov 2010 | Published in

La atrocidad en primera persona*

Posted by : Le poinçonneur | 23 nov 2010 | Published in

Tengo 46 años. Nací en Chicago. Me establecí en Oklahoma con mi mujer. Al llegar, empecé a trabajar como guardia en el centro penitenciario de McAlester. Me quedé 12 años. Hoy soy agente de seguridad en un gran casino y por nada volvería al Big Mac, sobrenombre de la prisión. Participé en quince ejecuciones. Formé parte del strap down team, el equipo encargado de atar al condenado a la mesa de ejecución antes de la inyección letal. El trabajo es sencillo: acompañamos al condenado hasta la mesa y nos encargamos de que se tumbe. Cada uno -somos cuatro o cinco- ata en un minuto una parte del cuerpo: el pecho, un brazo, una pierna o un pie. Cuando el tipo ya no puede moverse, salimos y esperamos. Cuando nos dan la orden, volvemos a entrar y colocamos el cadáver tal cual está, con las agujas en los brazos, las jeringuillas, todo, en una bolsa para cadáveres para que se lo lleven al depósito. Y se acabó. Todo el mundo vuelve a casa. Al día siguiente, nadie habla de ello. Si te han elegido para las ejecuciones es porque han visto que eres fuerte y tranquilo. Si dices que te incomoda, los compañeros se burlarán. Incluso los reclusos se enterarán y dirán: '¡Qué pasa gallina, creía que eras un tipo duro!'. Nunca olvidaré las caras de los condenados al atarles. Hemos convivido durante años, hemos compartido cosas, y la noche de la ejecución te miran como diciendo 'Mierda Dirk, ¿por qué participas en esto?', y tú contestas: 'Me han elegido, ahora tienes que tumbarte'. Me acuerdo de un tipo que sufrió un paro cardiaco en su celda. Fui yo quien avisé a los servicios de emergencias. Al volver del hospital me dijo: 'Gracias, Dirk, me has salvado la vida'. Unas semanas más tarde, le ejecuté. Me parece una locura cuando pienso en ello: le salvé y luego le ejecuté.

*El texto anterior pertenece a Su trabajo es matar, un atinado reportaje de Yolanda Monge aparecido anteayer en El País Semanal. Dirk, un antiguo verdugo de la prisión de McAlester, cuenta sus experiencias en la sala de ejecución. Otros cinco excompañeros suyos hacen lo propio.

La vergüenza de la pena de muerte en la democracia más antigua del mundo. Juzguen Vdes. mismos.

Fincas Poinçonneur

Posted by : Le poinçonneur | 22 nov 2010 | Published in


Como es de bien nacidos echar una mano a nuestros consanguíneos, me permito informarles de que mi primo Paco -a estas horas, la estrella indiscutible de este panfleto- tiene en venta su piso de Russafa, el barrio más in de Valencia capital. La vivienda, recién reformada con las mejores calidades, está decorada con el exquisito gusto que sólo un mariquita en la cuarentena puede derrochar, y dispone de aire acondicionado, calefacción, dos cuartos de baño, cocina integrada, dormitorio suite, altillo polivalente y despacho.

El precio -gánguico- es de 195.000 euros negociables, y el comprador, si lo desea, puede quedárselo amueblado.

Los interesados pueden contactar con mi Paquito en el teléfono 651.966.599 o a través del correo electrónico info@pacomakeup.com

Tocando el pito

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Bien por Bene

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Por esto y por esto. A ver si persevera.

Grace

Posted by : Le poinçonneur | 20 nov 2010 | Published in

Más solos*

Posted by : Le poinçonneur | 19 nov 2010 | Published in


El aeroguatutú fue, creo recordar, el primer blog que enlacé cuando levanté la persiana de este libelo, hace ya casi dos años. Después de muchos y atinados posts repletos de ironía, creatividad y petardeo, Skyzos le echa el cierre. Sus razones albergará, pero ha de tener claro que sus fans, por su culpa, estamos hoy un poco más solos.

Que le vaya, en cualquier caso, bonito, y que sepa que aquí tiene su casa.

*Canción recomendada: ésta.

Bravo

Posted by : Le poinçonneur | | Published in


Enrique Bunbury y Nacho Vegas, EMI. Popularizada por Bambino.

Lionesas de crema

Posted by : Le poinçonneur | 18 nov 2010 | Published in


El otro día, no sé dónde -mi atención, como tantas otras cosas, no es ya la que era- leí que el inefable Salvador Sostres había fichado como columnista del diario El Mundo. Me extrañó. Aún más me extrañó después que hiciera lo propio como vocero en Alto y claro, el programa de Telemadrid que condujo en su día Curry Valenzuela, relevada posteriormente por Isabel San Sebastián.

Me extrañó sobre todo que Pedro J. y la tele de Aguirre -ellos, los esencialistas- dieran cobijo a un tipo que dijo hace tiempo que hablar castellano en Barcelona era de pobres y analfabetos, al punto que él sólo lo utilizaba para dirigirse a su criada.

Me alegró, sin embargo, si ello comportaba que en los medios catalanes padeciéramos algo menos la verborrea de alguien como él, siempre más próximo a la baladronada que al soneto.

Ahora todo el mundo allende el Ebro parece haberse enterado de quién es Salvador Sostres.

Pues con su pan se lo coman.

Better Marriage Blanket*

Posted by : Le poinçonneur | 17 nov 2010 | Published in


*Si clican en la imagen comprobarán el funcionamiento de un sabio adminículo que, en cuanto a su capacidad de preservación del matrimonio occidental, deja a la Iglesia Católica en el mayor de los ridículos. Vean, vean.

B/N, perfil

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El mundo se divide entre los que ríen con chistes de pedos y los que no*

Posted by : Le poinçonneur | 16 nov 2010 | Published in


*Certera resulta la apreciación del novelista Jonathan Ames, anteayer en El País Semanal. Yo, claro, soy de los que sí.

El Óscar de Eli

Posted by : Le poinçonneur | 15 nov 2010 | Published in


Si fuese actor en vez de jurisconsulto -¿en qué carajo estaría yo pensando a los 18?- querría hacer siempre de malo. Los buenos de película, en general, suelen tender a la cursilería y a la soplapollez, virtudes o defectos de los que procuro huir como mi gata del desodorante -otro día lo cuento: tiene su aquél-.

Es por ello que me congratulo del Óscar honorífico recién entregado a Eli Wallach, el fantástico y cabronazo Don Altobello de El Padrino III, uno de mis villanos favoritos de todos los tiempos, pasados y futuros.

De parte de Eli y mía, y antes de cerrar, un último consejo: si una cincuentona con cara de amargada les ofrece pastelillos caseros en el palco de un teatro, desconfíen.

Háganme caso.

Caganera

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FUENTE: VANITATIS.
FOTO: CAGANERS DE CALDES.

Maruja*

Posted by : Le poinçonneur | 14 nov 2010 | Published in


*Es un vídeo ya antiguo, pero sigue teniendo mucha gracia. A todos, feliz semana.

En el nombre del Padre*

Posted by : Le poinçonneur | 13 nov 2010 | Published in


*Dios se ha muerto esta mañana. Qué menos que despedirlo como él le gustaría.

Claudia

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El alcohol y las piernas

Posted by : Le poinçonneur | 12 nov 2010 | Published in


FUENTE: DANDO POR CULO/LISTONAUTA.

Umbrella

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The Baseballs, Warner Music.

Yo no tomo drogas. Las drogas me toman a mí (Álex)*

Posted by : Le poinçonneur | 11 nov 2010 | Published in

Cuando John C. Holmes se casó con Sharon Gebenini le prometió honrarla, respetarla y serle fiel. No cumplió ninguno de los tres propósitos. Sin embargo, Sharon aún guarda el papel en el que John garabateó aquellas palabras sin valor. Así era en esencia John Holmes, un hombre encantador incluso cuando te traicionaba, algo que, los que le conocían, sabían ocurriría tarde o temprano.

John Curtis Holmes nació un 8 de agosto de 1944 en el condado de Pickaway, Ohio. Como el pequeño de tres hermanos, estaba destinado a ser el receptor del cariño de todos ellos de no ser porque su padre era un alcohólico cuyos repetidos maltratos habían convertido a su esposa en una fanática religiosa. De su traumática infancia apenas se sabe nada. Holmes habló del tema en pocas ocasiones. Fue su primera esposa, Sharon, quien relató en un documental póstumo sobre su figura los problemas de John para dormir y sus frecuentes pesadillas en las que su padre vomitaba sobre él y sus hermanos. Pronto comenzaron sus escarceos con el sexo opuesto. A los 12 años perdió la virginidad a manos de una amiga de su madre de 36. Ella fue la primera de entre las 14.000 y 20.000 mujeres que se estiman pasaron por sus brazos durante su corta vida.

Su carrera en el porno comenzó relativamente tarde. Holmes no fue consciente de su singularidad (35 centímetros de singularidad) hasta una tarde en la que Sharon le encontró eufórico correteando desnudo por la casa con una cinta métrica en las manos: “¡¡Va desde 12 centímetros hasta alcanzar los 25!! ¡¡25 centímetros de largo!! ¿No te parece increíble?”, recordó Sharon, quien, al tiempo, avivó la controversia acerca del tamaño real de su miembro. Para tan “magna” cuestión no hay consenso. Oficialmente se considera que el tamaño de su pene oscilaba entre los 32 y los 41 centímetros. Sharon siempre consideró exageradas tales cifras. Si bien, cualquiera que le haya visto en acción a través de sus películas, es consciente de que semejante miembro viril sobrepasa ampliamente los 25 centímetros.

Rápidamente convertido en estrella del naciente universo hardcore pese a lo escaso de su aportación efectiva al género (tan sólo se podrían destacar un puñado de películas entre las que brillarían la divertida y gamberra serie dedicada a las carnales aventuras del detective Johnny Wadd) Holmes mantuvo cierta estabilidad durante su primera etapa en el mundillo. Sin embargo, no tardó en iniciar una serie de romances lejos del influjo de las cámaras al tiempo que el agotador ritmo de rodaje y la presión le conducían al submundo de las drogas. A pesar de ello, Sharon se mantendría a su lado hasta 1985, ejerciendo, en no pocas ocasiones, como matriarca del harem compuesto por su marido y docenas de ocasionales amantes.

Propietario de una libido feroz, Holmes siempre reservó energía suficiente para mantener fugaces romances con infinidad de mujeres atraídas por el mito.

“Un jardinero feliz es el que tiene las uñas llenas de tierra y un cocinero feliz es un cocinero gordo. Nunca me canso de lo que hago porque soy adicto al sexo. Soy muy lascivo”.

Entre las pocas mujeres que significaron algo para él cabe destacar, además de a su primera esposa, a Julia St. Vincent, sobrina del productor Armand Atamian, a quien conoció durante un rodaje. Con ella mantendría una fluctuante relación de seis años. Más adelante, St. Vincent produciría uno de los muchos documentales inspirados por la leyenda de Holmes. Más intensa fue su relación con la adolescente de 16 años Dawn Schiller. Dawn era vecina de Holmes en el bloque de apartamentos baratos en el que residía cuando fue seducida sin demasiados problemas por “la gran estrella del porno”. Más tarde, fue introducida en el mundo de la drogodependencia por él. De hecho, Dawn Schiller acompañó a Holmes durante los turbios incidentes ocurridos en la avenida Wonderland en junio de 1981.

A finales de los setenta la estrella de John Holmes comenzó a decaer vertiginosamente. Su adicción a la cocaína había alcanzado niveles límite. Se dice que esnifaba una raya cada 15 o 20 minutos y agotaba un frasco diario de Valium (40 pastillas) para contrarrestar sus efectos. Como consecuencia de tales abusos, sencillamente no se le levantaba. Sus problemas de erección se convirtieron en la comidilla del Tinseltown azul. Los rumores aseguraban que utilizaba varias fluffers (mujeres encargadas de lograr y mantener erecciones off the record) para conseguir rodar una escena y que éstas, agotadas literalmente por tan arduo trabajo, necesitaban horas para conseguir algo semejante a una erección. El considerable tamaño de su miembro y la ingente cantidad de sangre necesaria para lograr tal fin, se convirtió, paradójicamente, en su mayor problema. En ese punto, el trabajo comenzó a escasear y Holmes se vio obligado a buscar alternativas viables para mantener contenta a su nariz. Las maletas que robaba en las cintas de equipaje del aeropuerto de Los Angeles, los pequeños trapicheos a costa de tarjetas de crédito robadas, su trabajo como chapero y los dólares conseguidos prostituyendo a su novia adolescente no eran suficiente para mantener bien equipada la maleta marrón que siempre le acompañaba.


“Hacia 1978 Holmes se pasaba todo el tiempo fumando cocaína. Se había metido en la droga durante el rodaje de una película en Las Vegas y desde entonces no dejó de fumar. Ya no iba nunca a ninguna parte sin su maletín Samsonite marrón. Dentro llevaba las drogas, su pipa de vidrio, el bicarbonato y un platillo para hervir el polvo de la cocaína hasta convertirlo en una piedra, una botella de ron 151 y bolitas de algodón para encender la pipa”. Su situación era desesperada. En su último rodaje el director estuvo cerca de atizarle porque llegaba tarde al trabajo y siempre colocado. “El único modo que teníamos de hacerle trabajar era esparciendo coca por el suelo hasta el set de rodaje”.


A pesar de seguir casado con su primera esposa, hacía tiempo que John y Dawn vivían juntos en una destartalada caravana Chevy Malibu propiedad de Sharon, lo que no impedía que “invadiesen” su casa si la necesidad era muy marcada. “Cuando se metía coca, lo hacía hasta que ya no quedaba. Luego rascaba la pipa y se fumaba toda la resina que podía sacar y después se tomaba un puñado de Valiums. Me hacía hacerle aquellas galletas de chocolate y manteca de cacahuete. Toda esa cantidad de azúcar le ayudaba a dar el bajón. Se bebía un gran vaso de leche, poníamos los dibujos animados y luego se iba a la cama en el dormitorio de Sharon. Yo solía quedarme dormida en el sofá”, contó Dawn. Así las cosas, Holmes comenzó a realizar trabajos de poca monta para la banda de Wonderland. Éstos, una serie de delincuentes de poca monta (la mayoría de ellos yonkis) que debían su nombre a su base de operaciones, un apartamento situado en Wonderland Avenue, le confiaron pequeños trabajos como correo. Simultáneamente, John mantenía contactos con el mafioso local, Ed Nash, a quien suministraba chicas a cambio de drogas. Se fraguó así el génesis del caso de los asesinatos de Wonderland.

Adel Nasrallah, autentico nombre de Nash, era un palestino naturalizado norteamericano que había llegado a los States en la década de los 50. Tras comenzar vendiendo perritos calientes en un puesto callejero, no tardó en darse cuenta de que el triunfo en su nuevo país pasaba por los negocios ilegales. Mediante el tráfico de drogas, Nash no tardó en medrar dentro del hampa angelino hasta alcanzar cierto estatus. A sus múltiples negocios inmobiliarios utilizados para lavar dinero negro, se unían varios clubes de strip-tease y una afición desmedida por el sexo que le llevó a invertir dentro de la industria del porno. Allí fue dónde conoció a Holmes.

El 29 de junio de 1981, los desesperados y torpes miembros de la banda de Wonderland decidieron interceptar un envío de Nash. Éste, encolerizado, no tardó en tomar represalias. El 1 de julio, advertido probablemente por Holmes de quién había sido el responsable del robo del alijo, matones de Nash aniquilaron a la banda en su propio cuartel general. La brutalidad de los asesinatos fue tal que los detectives que llevaron el caso declararon no haber visto cosa igual desde los crímenes cometidos por la familia Manson. Holmes, el único miembro de la banda en salir con vida de la masacre, huyó junto a su novia para ser detenido en Florida seis meses más tarde. Terminaría siendo liberado sin cargos antes de cumplir un año en prisión.

Instalado definitivamente en el fondo del más profundo abismo, abandonado por Schiller, sin trabajo y con una salud precaria, Holmes fue rescatado por un viejo amigo que le propuso retornar al porno con la única condición de que estuviese limpio de drogas. Con gran esfuerzo y tras una cura de desintoxicación de dudoso éxito, Holmes regresó al mundillo en una película de bajo presupuesto rodada en el circuito alternativo de San Francisco. Atrás quedaban para siempre los dorados tiempos en que ganaba 5.000 dólares por día de trabajo y asistía en limusina a los multitudinarios estrenos de sus películas en Sunset Boulevard. Sería allí donde, durante el rodaje de “Flesh Pond”, conocería a una joven de 19 años llamada Laurie Rose, junto a quien iniciaría la última etapa de su vida. Ella, nacida en un pequeño pueblo de Nevada, era escasamente agraciada, lo que le había impedido introducirse en la por entonces “elitista” industria pornográfica angelina. Su aspecto sonrosado y saludable chocaba frontalmente con el demacrado aspecto de Holmes, quien a sus 39 años de edad aparentaba el doble. La influencia de Laurie fue decisiva en el breve retorno a la estabilidad del actor. Consiguió alejarle de las drogas de modo permanente y hacerle ganar algunos kilos gracias a un alimentación regular y compensada. Su paranoia, sin embargo, no tenía cura. Según Laurie, a John no le gustaba salir de casa, de tal modo que se pasaban las noches viendo vídeos en la cama. Más adelante, él sugirió la posibilidad de visitar clubes de intercambio los fines de semana para que otros pudieran satisfacer las necesidades de su joven novia que él a duras penas podía proporcionarle. Tras una negativa rotunda inicial, ella terminaría aceptando.

En el verano de 1985, tras unas semanas de continuas diarreas y malestar general, Holmes acudió a un médico en busca de un diagnóstico. El resultado no fue concluyente, pero los síntomas continuaron creciendo. Ante la falta de alternativas se le decidió practicar la prueba de una todavía novedosa enfermedad, el SIDA. Dos semanas más tarde, John Holmes recibió la confirmación de que era seropositivo. “Cuando supo el resultado del análisis se rió de aquello. Cerramos la oficina y nos fuimos a la playa. Tocamos nuestras canciones favoritas, paseamos y hablamos. John me dijo que le parecía como si le hubiesen elegido para coger el SIDA por ser quien era, por cómo vivía. Se sentía como si fuera un ejemplo para los demás”. Mucho se ha especulado sobre las razones de su contagio. Teniendo en cuenta su modo de vida pudo ser de cualquier modo. Es, sin embargo, su única incursión en el cine porno gay la que mayores posibilidades tiene de ser el origen de su enfermedad. En 1983, acuciado por la falta de ofertas, aceptó rodar una película homosexual titulada “Los Placeres Privados de John C. Holmes” (rodaje por el que se embolsó un cuarto de millón de dólares que terminarían desapareciendo por el sumidero de su nariz) en la que compartió cartel con la estrella del género, Joey Yale, quien murió de SIDA en 1986. Y si Yale nunca comunicó su enfermedad a la industria, John siguió el mismo camino. Durante años continuó rodando sin protección junto a algunas de las grandes estrellas de la época. Entre ellas se encontraban: Ginger Lynn, Traci Lords y la conocida estrella europea Cicciolina, junto a quien rodó la que sería su última película. Fue ella quien le definió como “muerto en vida”.

Contra todo pronostico fue su joven novia la única que se mantuvo a su lado hasta el final. En 1987, ya con Holmes en estado terminal, Laurie Rose se convirtió en Laurie Holmes en una modesta ceremonia celebrada en una capilla de una barriada de Los Ángeles. Ni siquiera tenían dinero para cubrir los gastos de la ceremonia. Años más tarde, Laurie se volvería a casar con Tony Montana, otra vieja gloria del porno también seropositivo.

El 13 de marzo de 1988, John C. Holmes, alias John Duvall, alias Big John Fallus, alias John Helms, alias Johnny Wadd, alias Big John, alias Long John Wadd, fallecía en un hospital de Los Ángeles a la edad de 43 años. Los gastos hospitalarios fueron sufragados por varios productores de la industria porno que exigieron al hospital un hermetismo total acerca de las causas de su muerte. Más tarde serían ellos quienes (para evitar una epidemia de pánico entre sus huestes) harían público la noticia de que fue un cáncer de colón el que acabó con la vida de la estrella. Sus restos fueron incinerados tres días más tarde.

Definir una vida de tal bajeza no resulta fácil. Vanessa del Río, mítica superestrella de la época dorada del género, fue de las pocas en dedicarle algunas buenas palabras: “Con John Holmes no hay termino medio: o lo detestas o lo amas. A mí me encantaba follar con él. Tener en mi interior todo su volumen me hacía llegar al delirio. No tenía rival y, además, era un excelente compañero, chistoso y ocurrente, no como otros, muermos totales”. Del Río hizo referencia al mito, que no al hombre. Lo cierto es que todos los que tuvieron contacto con él se han aprovechado del mito para sobrevivir a su costa, ya sea mediante libros, películas o participación en programas televisivos. A día de hoy, John C. Holmes sigue siendo rentable. Sigue vivo en la imaginería del aficionado al cine azul. El mito vive, el hombre murió. Y el mejor epitafio tal vez sea el que le dedicó Sharon Gebenini, su primera esposa, tal vez la persona a quien más daño hizo un tipo dañino por naturaleza como fue Holmes: “John era un niño pequeño asustado. Cuándo me di cuenta de ello ya era demasiado tarde. Me hacen gracia todos esos que dicen que le conocieron. Nadie conoció a John”.

*Es para mí un honor presentarles, por gentileza de Álex, la tercera entrega de Special Guest Star, esta vez dedicada a la historia de John Holmes, el más legendario de los actores del género gamberro. Les invito también, cómo no, a que redescubran la sencilla grandeza de saltar charcos. Yo llevo tiempo haciéndolo con entusiasmo.

Mil gracias, amigo.

Fiat!

Posted by : Le poinçonneur | 10 nov 2010 | Published in

Haute coiffure (vista aérea)

Posted by : Le poinçonneur | 9 nov 2010 | Published in

Haute coiffure

Posted by : Le poinçonneur | | Published in


El Rey pillín

Posted by : Le poinçonneur | 8 nov 2010 | Published in


Hasta ahora, para los aficionados al Gotha, el rey Carlos XVI Gustavo de Suecia ocupaba un discreto y nórdico lugar apenas empañado por antiguas noticias sobre supuestas persecuciones autopisteras entre los Porsche de Su Majestad y de su hijo Carlos Felipe, otrora heredero defenestrado en favor de su hermana Victoria por un Parlamento que, al contrario que otros más meridionales, se dedica a hacer su trabajo.

La paz de los Bernadotte, empero, acaba de irse al garete con la jugosa biografía en que tres periodistas del país escandinavo atribuyen al Monarca diversas y huracanadas aficiones que podrían resumirse en dos: las fiestas privadas y los clubes de alterne. Se detalla, incluso, el romance real con Camilla Henemark, la cantante del grupo pop Army of Lovers.

No finarían aquí las travesuras regias, ya que, según los autores, el jefe del Estado solía frecuentar la discoteca de un mafioso serbio donde se emborrachaba y ponía en peligro su propia seguridad. El Sapö -divertido nombre para el servicio secreto sueco- se encargaría de borrar los rastros comprometedores.

Ante la tormenta, Carlos Gustavo se ha visto obligado a comparecer ante los medios de comunicación para explicarse. Sorpresivamente, en vez de negar las revelaciones, se ha limitado a indicar que, dado que lo contado habría acontecido hace ya mucho tiempo, él y Silvia han decidido echar pelillos a la mar sin entrar en incómodos pormenores. Que cada cual saque sus propias conclusiones.

Espero, ansioso, la traducción española.

Felipe, en canal*

Posted by : Le poinçonneur | 7 nov 2010 | Published in


*Si clican en la captura arriba adjunta podrán acceder a la interesantísima entrevista a Felipe González que Juan José Millás publica hoy en El País. Reflexiones, en suma, de un hombre que aún tiene mucho que decir.

Castillos en el aire*

Posted by : Le poinçonneur | | Published in


Quiso volar igual que las gaviotas,
libre en el aire, por el aire libre,
y los demás dijeron, pobre idiota,
no sabe que volar es imposible.

Mas extendió las alas hacia el cielo,
y poco a poco, fue ganando altura,
y los demás, quedaron en el suelo
guardando la cordura.

Y construyó castillos en el aire
a pleno sol, con nubes de algodón,
en un lugar adonde nunca nadie
pudo llegar usando la razón.

Y construyó ventanas fabulosas,
llenas de luz, de magia y de color,
y convocó al duende de las cosas
que tienen mucho que ver con el amor.

En los demás, al verlo tan dichoso,
cundió la alarma, se dictaron normas,
no vaya a ser que fuera contagioso
tratar de ser feliz de aquella forma.

La conclusión, es clara y contundente,
lo condenaron por su chifladura
a convivir de nuevo con la gente,
vestido de cordura.

Por construir castillos en el aire
a pleno sol, con nubes de algodón
en un lugar adonde nunca nadie
pudo llegar usando la razón.

Y por abrir ventanas fabulosas,
llenas de luz, de magia y de color
y convocar al duende de las cosas
que tienen mucho que ver con el amor.

Acaba aquí la historia del idiota
que por el aire, como el aire libre,
quiso volar igual que las gaviotas...
pero eso es imposible...¿o no?

Alberto Cortez, CBS

*Esta canción de Alberto Cortez siempre me ha parecido de una belleza absoluta. Espero que a Vdes. les produzca idénticas sensaciones. Disfruten de la semana entrante.

Santification Party

Posted by : Le poinçonneur | 6 nov 2010 | Published in

Chiara

Posted by : Le poinçonneur | | Published in

S.D.

Posted by : Le poinçonneur | 5 nov 2010 | Published in

FUENTE: LISTONAUTA.

El sexo (que me hace feliz)

Posted by : Le poinçonneur | | Published in


Sopa de Cabra, Música Global.

¡Tigadlo al suelo!*

Posted by : Le poinçonneur | 4 nov 2010 | Published in


La vida de Brian, Terry Jones, HandMade Films.

*Del blog de Maruja Torres -que hoy la menciona- extraigo directamente una de las escenas más descacharrantes jamás rodadas. Disfrútenla mientras me hago la comida.

Elegía*

Posted by : Le poinçonneur | | Published in



(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
a quien tanto quería).

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

10 de enero de 1936.

*En atinada iniciativa, Emilio y Álex proponen que los blogueros inundemos Internet de obras de Miguel Hernández con motivo del primer centenario de su nacimiento. Escojo yo Elegía. Vaya por Miguel, por Ramón y por todos Vdes.

Esperando el taxi

Posted by : Le poinçonneur | 3 nov 2010 | Published in

No con mi voto*

Posted by : Le poinçonneur | 2 nov 2010 | Published in


*Si clican aquí se enterarán de una de las miles de razones por las que prefiero meterla entre las zarzas a votar al PP. La entrevista original está disponible en este enlace.

Eugenio y Cousteau*

Posted by : Le poinçonneur | 1 nov 2010 | Published in


Dice que era en un bar de La Almunia de Doña Godina, un grupo de amigos que estaban jugando al tute mientras en la tele, en la Segunda, estaban dando un reportaje del profesor Cousteau. Unos buceadores se tiraban desde el barco de espaldas al mar. Dice uno de ellos: siempre me he preguntado por qué los buceadores se tiran del barco de espaldas al mar.

Dice el Calixto que estaba al lado: se tiran de espaldas, porque si se tiraran de frente, al impacto del agua con las gafas se les podría romper el cristal, y se podrían dañar la visión.

Dice el Galindo: qué va, hombre, qué va. Se tiran de espaldas porque si se tiraran de frente, el peso de las botellas en la espalda les impulsaría debajo del barco y podrían ser absorbidos por la hélice.

Dice el Ambrosio: no tenéis ni puñetera idea. Se tiran de espaldas por aquello del principio de Arquímedes, que también era buzo. Todo cuerpo que se sumerge en el agua, sufre un desplazamiento igual al volumen zambullido.

Y el Aniceto que estaba en la barra liando un cigarro: sois unos catetos. Sois la vergüenza de La Almunia de Doña Godina. ¡Se tiran de espaldas porque si se tiraran de frente caerían dentro del barco, coño!

*Un reciente post de mi amigo Rubens me ha hecho recuperar el que, de todos, es, para mí, el mejor chiste del inigualable Eugenio. Por escrito no es lo mismo, pero no he encontrado ningún Youtube que lo contenga. Sí está, sin embargo, en Spotify: no se lo pierdan. 

Encaren bien la semana, que tiene un día menos. Mil gracias a Dani por su gentileza.

CARICATURA: DANIEL UBACH.